En los albores de la primavera, en mi país se celebran las “Fiestas Patrias”.

Todos los años, como si fuese parte de las festividades, las cámaras de televisión salen a las calles a preguntar a los chilenos si saben que es lo que se conmemora el 18 de Septiembre.

Y, como si fuese parte de un programa rigurosamente pauteado, todos los entrevistados se esfuerzan por errar en su respuesta poniendo de manifiesto, y sin el menor pudor, el increíble desconocimiento que tenemos de nuestra historia.

Una pequeña mayoría atribuye la fecha, (el 18 de septiembre de 1810), al día de la declaración de la independencia; otros, más adrenalínicos, hacen mención a alguna batalla importante para el proceso independentista… y no falta el que, haciendo alarde del conocimiento de sus nombres, la relaciona con el nacimiento de alguno de nuestros próceres…

Todos los años sucede lo mismo, pareciera que los entrevistados perfeccionan su ignorancia no viendo la TV ni leyendo los periódicos que comentan esta curiosa peculiaridad colectiva.

El caso es que, contrariamente a conmemorar un hecho histórico que represente la voluntad de un pueblo de sacudirse el yugo impuesto por sus conquistadores… la fecha corresponde al día en que los más prominentes ciudadanos de la capital se reunieron en un Cabildo abierto para jurar una obsecuente lealtad al legítimo rey de España Fernando VII que disfrutaba, en ese momento, de unas obligadas vacaciones cautivo de los franceses, mientras José Bonaparte reinaba en sus dominios extendiendo por ende, su autoridad también por sobre las colonias.

Las 450 “invitaciones” que se cursaron a 436 ciudadanos criollos y 14 españoles al mentado “Cabildo Abierto”, decía así:
"Para el día 18 del corriente, espera a usted el muy ilustre señor Presidente con el ilustre ayuntamiento en la sala real tribunal del Consulado, a tratar de los medios de seguridad pública, discutiéndose allí qué sistema de gobierno debe adoptarse para conservar siempre estos dominios al señor don Fernando VII".
En este Cabildo se acordó crear la Primera Junta de Gobierno de Chile, lo que era una suerte de resquicio legal considerado de antemano por la monarquía española para enfrentar este tipo de situaciones en las colonias, en las que la acefalidad administrativa no dejaba más opciones que aceptar otro dominio o… gobernarse a si mismos provisoriamente.

El propósito era precisamente desconocer la autoridad de aquella potencia extranjera que de una u otra manera, por maña o fuerza, se hiciese del poder tanto en la región… como en el voluptuoso y acogedor seno de la mismísima madre patria.

La recién creada Primera Junta de Gobierno de Chile, constituida por un Presidente, (responsabilidad que recayó sobre el en ese entonces Gobernador Interino Don Mateo de Toro Zambrano y Ureta), y otros 7 prominentes ciudadanos, que no viene al caso mencionar pero cuyos nombres han quedado grabados para la posteridad en los libros de historia y en algunas de las placas que señalan el nombre de alguna vieja calle de la ciudad… juraron fidelidad al rey de España cuando la asamblea les preguntó:
"¿Jura usted defender la patria hasta derramar la última gota de sangre, para conservarla ilesa hasta depositarla en manos del señor don Fernando VII, nuestro soberano, o de su legítimo sucesor; conservar y guardar nuestra religión y leyes; hacer justicia y reconocer al supremo Consejero de Regencia como representante de la majestad Real?".
Desde ese mismo instante, y durante casi 200 años, tanto la raleada aristocracia chilena, como los historiadores, las autoridades civiles y militares, los profesores, los políticos, etc… se han dado maña para matizar y engalanar este acto de fidelidad de un pueblo vasallo hacia su señor… como la materialización de un acto libertario, independentista, patriótico… como el inicio, el primer paso, hacia nuestra independencia.
Eso… hasta el día de hoy….
Esta forma de ser, esta habilidad de dar una lectura a los acontecimientos conforme a como convenga a nuestras necesidades de mantener una imagen, (“sostener la cara” dirían los lingüistas) ha pasado a formar parte importante de nuestro “ser chileno”.

Las cosas no son como las decimos, pensamos de una manera y obramos de otra.

En virtud de alguna suerte de condicionante social… manifestamos afectos y simpatías hacia quienes no las profesamos, así como también nos hacemos partícipes del repudio de los demás hacia alguien, o algo, que no conocemos.

Los “llámame” o “yo te llamo”… con que nos despedimos frecuentemente, rara vez se concretan.

Los “podríamos juntarnos para hacer algo”… en la práctica parecieran ser una frase sin terminar a la que faltó añadir… “pero no lo haremos”…
Ocho años después de creada la 1ª Junta de Gobierno, un día 12 de Febrero, en el año 1818, se declaró la independencia de nuestro país mediante un Acta que firmaron nuestros próceres del momento…
Dicho documento estuvo siempre en el Palacio de la Moneda, sobre el escritorio que usaban nuestros presidentes… protegido por un grueso cristal.

Allí mismo, el 11 de Septiembre de 1973, durante el asalto a la Moneda, un soldado descubrió el Acta de la Independencia en el despacho del Presidente Salvador Allende… y dado el tenor de sus palabras… la confundió con una proclama revolucionaria izquierdista… y la quemó.

Nadie conmemora ni celebra en mi país el Día de la Independencia.

El 12 de Febrero es un día común y corriente en medio del verano… no apto para actos civiles ni patrióticos…
Y es poco probable que la cueca pueda sobrevivir en la temporada en que la salsa y la música tecno se enseñorean de las noches de la era estival.






La Primera Junta de Gobierno en Chile dio inicio al llamado proceso de independencia y no a ésta propiamente tal que sólo se produce formalmente, el 12 de febrero de 1818
La Primera Junta de Gobierno fue el cuerpo colegiado creado por el cabildo abierto de Santiago, el 18 de septiembre de 1810, con el fin de emprender la organización gubernamental de Chile y tomar medidas para la defensa del país, frente la prisión de Fernando VII por Napoleón. Fue la primera forma autónoma de gobierno surgida en el Chile Central, desde su conquista por parte de los españoles. Como institución, por primera vez permitió el protagonismo de la aristocracia criolla en la vida pública. Como hecho político, da localmente inicio al período conocido como Independencia.