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Opinión

Ante el escándalo de la incultura de los maestros

Por  Ricardo López Seseña. Miembro de la Academia Iberoamericana de Escritores y Periodistas (AIDEP)

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h

Ante la noticia difundida por todos los medios sobre unos ejercicios de oposición realizados en Madrid, por maestros  aspirantes a la plaza en propiedad, en los que dan unos resultados grotescos mas que vergonzosos, que vienen a demostrar la supina ignorancia de muchos de los aspirantes;  como MAESTRO debía sentirme avergonzado, por la degeneración sufrida en la carrera que con tanto esfuerzo y sacrificios realizamos muchos en su día, y por el nivel nunca comparable en la actualidad con el que alcanzábamos los que éramos capaces de superar aquellas durísimas oposiciones.

Es muy doloroso exponer a la opinión pública que esto es solamente la punta del iceberg, este fenómeno de incultura real se está dando en todas las profesiones y carreras españolas como resultado de la imprevisión, ineficacia y permisividad de todos los gobiernos que en la nación han sido.

Se comenzó jubilando forzosamente a todos los catedráticos con 60 años cuándo estaban en la época en que mayores provechos podían dar en la profesión y a España, fueron sustituidos por los célebres penenes, contra lo único que tengo que decir es que muchos solían andar algo faltos de rodaje. Jubilaron anticipadamente a los maestros acreditados, subyaciendo bajo las apariencias legales la idea de que lo único que se pretendía era eliminar a los profesionales franquistas. Se dio más importancia al color político que a la competencia profesional y a muchos se les metió en el escalafón por la puerta de atrás, sin opositar. Se disolvió el cuerpo de inspectores y se nombraron inspectores y directores a dedo, según el partido gobernante, o democráticamente que es casi peor, porque no presentaban candidatura los mas competentes; cuándo se dieron cuenta del desastre trataron de remediarlo con la bajada de niveles. “Mas aprobados, menos fracaso escolar” según la cuenta de la vieja y, que solo engañaba a sus inventores. Eso solo servía para publicarlo en los papeles, y manipular las estadísticas, la realidad era que el resultado iba de mal en peor, y por mucho bajar las notas no se arreglaba el desastre, es como aquello de que por mucho madrugar…no amanece más temprano.

 Pero aunque todo esto se sabía ha faltado el valor de afrontarlo y ponerle remedio,. ¿Quizás porque las medidas a tomar pudieran parecer antidemocráticas? Absurdo total.

Queda también demostrado que ante los estudios ni todos somos iguales, ni todos valemos para lo mismo, cuestión que ha llenado la boca de muchos ignorantes sobre la materia.

El esfuerzo y la voluntad de superación son fundamentales para el estudio y mientras no se fomenten ambos y se premien, además suspendiendo a los que hay que suspender, ” sin usar el papel de fumar”, tan socorrido, seguiremos en el declive que hoy es difícilmente reparable.

Se promulgaron los distintos planes de enseñanza en que el único afán era demostrar que todos éramos muy listos y muy iguales, se dio orden de aprobar a todo el mundo. A titulo de ejemplo: Sin el permiso de papá no se podía suspender a un alumno, además porque se le producía un trauma en su normal desarrollo. ¿No os habéis dado cuenta cuán traumatizados estamos todos, los estudiantes de aquellos tiempos a los que cada vez que bajábamos la guardia nos caía el suspenso?. ¡Qué crueles aquellos profesores que suspendían y aquellos políticos que les dejaban suspender! ¡Y algunos parecían disfrutar haciéndolo!

Se podía repetir curso solamente en el último de cada ciclo, cuándo está claro que si no tenían los conocimientos del primero, difícilmente podrían adquirir los conocimientos de los cursos intermedios en el último año. Se podía aprobar el curso con varios suspensos, si no me falla la memoria en Andalucia hasta con cuatro. Se mezclaron los alumnos especiales, suprimiendo las clases de pedagogía terapéutica, con los alumnos normales con la escusa de que se encontraban en su hábitat natural con niños de su edad. Otro disparate pedagógico. Se inventaron profesores de apoyo que apoyaban dentro de la clase impidiendo el normal desenvolvimiento de la misma y distrayendo la atención de unos y otros al profesor titular y al apoyador.

Se suprimió el estimulo de las altas notas para conseguir becas sustituyéndolo exclusivamente por el de los ingresos familiares. Se dio orden de retener a los alumnos que por sus condiciones especiales iban por delante de los del nivel medio del grupo y sobresalían, y así podríamos ir desgranado una serie de disparates en los que pienso nunca participamos los docentes, sino los técnicos ministeriales, la mayoría de las veces inexpertos por falta de práctica en la escuela, a pié de obra, y colocados muchas veces en el puesto no por su experiencia profesional, sino en virtud de su expediente político.

Los socialistas habían llevado a cabo su ideario en la experiencia de la LOGSE, llegó a ser tan grande el delirio que entre los absurdos que cometieron estuvo el de prohibir en los reglamentos escolares el uso de la palabra disciplina, tan necesaria para impartir con orden la educación.

 Parece ser que para ellos contenía connotaciones franquistas.

Y entre otras faltas de respeto la de enseñar a los chicos a llamar a los profesores de tú, de forma tal que hoy no hay uno que sepa decir Vd.

Ahora descubrimos los resultados de tales alegrías y precisamente en donde más duele, en los maestros, se ha puesto el dedo justamente en la llaga.

Pero a fuer de sinceros, me atrevo a afirmar que los mismos resultados o peores encontraríamos si la prueba se hiciera con estudiantes de otras profesiones.

Es común entre profesionales de la enseñanza pasarnos resultados de exámenes para comentar los chuscas respuestas que nos hacen sonreír, pero que hace años, venimos detectando con estos resultados.

No quiero hacer mención de nadie, pero cada uno sostenga su vela, ponga la mano en el pecho y contemple la ignorancia que bulle por todas partes, sobre todo en concursos de televisión en donde algunos afirman poseer títulos rimbombantes de carreras superiores y que ante las preguntas del locutor de turno demuestran una supina ignorancia de los más corrientes temas culturales.

¿Y que decir de los iluminados que inventaron el uso de la geografía, historia o lenguas autonómicas?

Es un aviso que debe calar en toda la sociedad y que nos debe llevar aceleradamente a ponerle remedio. Los actuales gobernantes, las veces que han gobernado, tampoco han puesto remedio al problema que no podían ignorar, con su consabido miedo a parecer antidemocráticos, sabiendo lo que hay, han mirado y siguen mirando, en duchísimos casos y cosas, para otro lado..

Hay que revalorizar la profesión del maestro, hay que tratarle dignamente, hay que volver a algunos usos y costumbres en los que primaba el respeto y la autoridad y sobre todo hay que elevar los niveles drásticamente, no dejar pasar ni media, y premiar el trabajo y la constancia tanto como el esfuerzo, y no ponerlo todo tan fácil como en los últimos lustros ha sido. Y suspender sin remilgos a todo el que se lo merezca. En una palabra declarar la guerra a la ignorancia.

La educación hay que impartirla con autoridad y disciplina.

¿Qué hacer para reciclar a los actuales incultos? Pues no se me ocurre otra cosa que ponerles a estudiar de nuevo y si no dan el do de pecho, no aprobarles en ninguna oposición hasta que se la ganen.

Qué no son culpables ya lo sabemos, pero la nación no puede permitirse el lujo de darles paso a una profesión tan transcendente para la que no están preparados, sería llevar a las próximas generaciones a un desastre mayor que el actual.

Tomen nota las autoridades y, como la política no es una carrera, me tomo la libertad de avisarles de que a ellos también les corresponde tomar y aplicar la medicina a sus alevines si queremos que España llegue a ser algo dentro del concierto de naciones.

 

 

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