Y eso que llegar hasta el islote, situado en el centro de la bahía californiana, donde se encuentra la instalación carcelaria, no es tarea fácil ya que la demanda de entradas hace que haya que esperar dos meses, si se quiere acceder en fines de semana. Nosotros, recientemente, tuvimos que esperar ocho días para conseguir el acceso un jueves.
Para ello hay que embarcar en el muelle 33 de Fisherman´s Wharf y tras un trayecto de 15 minutos, llegar a la isla. Las visitas, al precio de 28 dólares para los adultos, se inician a las 09:00 y concluyen a las 16:20 horas, con salidas intermedias cada hora. También, se organiza una nocturna, muy atractiva, a 35 dólares.
Su emplazamiento estratégico en medio de la bahía, con una visión panorámica de 360 grados, hizo que en un principio se construyese allí una fortificación militar española, siendo después el ejercito de los EE.UU. quien instaló baterías para la defensa de la zona, llegando a tener emplazados hasta un centenar de cañones, que nunca llegaron a disparar.
Fue en agosto de 1.934 cuando Alcatraz empezó a funcionar como prisión, acogiendo a los presos más peligrosos. Dejó de prestar este servicio en marzo de 1963 debido al alto coste de mantenimiento de sus instalaciones, que se deterioraron de forma importante como consecuencia de la erosión de las aguas marinas. La contaminación por las aguas residuales fue otro de los motivos que obligaron al cierre. Durante esos 29 años, allí se encerraron a los presos más temidos, llegando a ser considerada como la más segura, por resultar inexpugnable, no habiendo logrado ningún recluso escapar con éxito.
La fascinante y atractiva historia de la prisión se vive con intensidad durante la visita, recorriendo algunas de sus instalaciones. “Usted tiene derecho a recibir comida, ropa, albergue y atención médica. Cualquier otra cosa que reciba es un privilegio.” La regla número 5 de la Prisión de Alcatraz sirve para hacerse una idea de la vida en la prisión, que emociona desde el momento del desembarco. Nada más bajar del barco entregan una completa guía en español y te llevan hasta la zona de las celdas donde reparten las audios guías (disponibles en español). Con los auriculares colocados, comienza la visita a la prisión más conocida de todos los tiempos.
El audio ofrece narraciones de antiguos funcionarios de la prisión y de cuatro presos de la cárcel. Incluso, algunos días, en la tienda de regalos, alguno de estos personajes firma libros. Por medio del audio guía vas conociendo detalles mientras recorres las diminutas celdas, el comedor, la biblioteca y, también, se ve el patio de recreo a través de una mirilla.
El fuerte tiene 336 celdas minúsculas e individuales, llegando a alojar como máximo a 302 prisioneros, que se duchaban con agua caliente para evitar que su metabolismo se acostumbrase al agua fría de la bahía. Se realizaban 13 recuentos individuales diarios y alguno que otro intempestivo. En los comedores, para evitar el contacto entre ellos, solo podían coincidir 4 presos cada vez.
El recorrido incluye el “Bloque D” donde se encuentran las celdas de castigo, en las que algunos presidarios llegaron a la locura. Algunos de los presos más conocidos son Al Capone “Scarface”, George “Machine Gun” Kelly o Robert Straud “El hombre pájaro de Alcatraz”.
Los presos de Alcatraz intentaron fugarse en catorce ocasiones del peñón aunque, el intento de fuga más importante, ocurrió en 1962, fue cuando Frank Morris y los hermanos Anglin consiguieron huir por el agua, sin saberse si murieron en el intento o lograron su objetivo. Para ello hicieron un agujero en cada una de sus celdas, excavando durante años con cucharas y dejaron en las camas unas cabezas que habían fabricado con papel para que los guardias no notaran su ausencia. Nunca se encontraron sus cuerpos.
La policía de San Francisco recibió en 2013 una carta manuscrita que empezaba así: “Mi nombre es John Anglin. Escapé de Alcatraz en junio de 1962 con mi hermano Clarence y Frank Morris. Tengo 83 años y estoy enfermo. Tengo cáncer. Sí, lo logramos todos, ¡pero a duras penas!”. No se ha sabido si la misiva era auténtica. La historia se cuenta en la película La fuga de Alcatraz (1979) en la que Clint Eastwood interpreta a Morris y Fred Ward interpreta a Anglin, el supuesto autor de la carta.
Esta prisión ha sido elegida por directores de Hollywood como escenario de éxitos cinematográficos como: La Fuga de Alcatraz, La Roca, El hombre de Alcatraz o Prisioneros de Alcatraz.
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