Se imaginan ustedes que tras la dominación de los moros en la península hubiéramos defendido a la manera que los políticos independistas de Cataluña la españolidad de España frente al moro, pues sin dura llevaríamos todos lao españoles chilaba y las españolas velo, con el respeto que me producen los moros y moras.
Si un independentista se nos vuelve como Puigdemont es como si la sal no salara, para que sirve y lo peor para que queremos o quieren los catalanes un independentista de ese calado, supongo que como mínimo para no hacerle ni caso.
Me produce un gran respeto las personas que aman a su tierra, practican sus usos y cultura y quieren su cultura propia que les configura como una peculiar idiosincrasia, pero no encuentro motivos para respetar los que son pusilánimes en las defensas de sus ideas y solo se acogen a ellas de manera instrumental y para su beneficio, aunque por ser personas respeto su dignidad como tales pero no puedo respetar su indignidad y cobardía política.
Se dice que hay que abominar el pecado y respetar al pecador y lo comparto, y todos somos pecadores y como dijo Jesucristo “el que esté libre de pecados que tire la primera piedra”, pero lo que insisten en pecar reiteradamente ya aunque los comprendamos tiñen en el plus de reiteración en tropezar siempre con la misma piedra y plus de arrogancia y de soberbia y una carencia de humildad que nos minusvaloran a los demás y a la sociedad donde están que deberían recapacitar para cambiar.
El cuerpo social debe defenderse de esas conductas que por lo menos son antisociales y en algún caso traicionero con los ciudadanos que forman la sociedad, y es por esos por lo que la sociedad se tiene que defender de estos individuos.
(*) Pedro José Rodríguez Iglesias, es escritor.