El fantasma de la censura planea en la sociedad y hay personas, -creativas o no- que suspiran por ser censurados, porque la censura es un marketing formidable que no cuesta un duro en los medios informativos, lo cual constituye una impostura a su vez de esos “buscadores de censura” hambrientos de famoseo y difusión por encima de su creatividad artística que sólo es provocación mediática.
Ha ocurrido lo mismo con muchos que han presumido durante la Transición -sin ser cierto- de haber corrido delante de los grises, detenidos por ellos o pasado por los calabozos franquistas. Los archivos pondrían de manifiesto verdades e imposturas. Resistencia, rebeldía, rebelión y revolución forman parte de la Historia, pero no sus simulacros patéticos. Atención a ello para desvelar a los impostores –creativos o políticos-, enfermos de protagonismo o buscadores de repetición de su nombre, aunque su obra u actuación sean basura.