Los vinos de El Regajal

Conocí los tintos de El Regajal cuando el ubicuo Ignacio de Miguel asesoraba la bodega. Llamaba la atención la singular imagen que presidía su etiqueta: una mancha de vino tinto con forma de lepidóptero. El boca-boca comenzaba a poner de moda aquellos tintos madrileños hechos en Aranjuez. Al poco, la familia propietaria García Pita, fichaba al joven enólogo francés Jerome Bougnand, pupilo y amigo de Peter Sisseck; con él había elaborado el mítico Pingus. El francés llegaba para revolucionar los vinos de El Regajal adoptando las prácticas del cultivo biodinámico, que respeta los ciclos naturales de la tierra y tiene en cuenta las fases de la luna. El joven druida, se propuso hacer un vino de terroir en El Regajal con uvas de tempranillo, cabernet sauvignon, syrah, merlot, y petit verdot. (Conocí a Jerome Bougnand - en tiempo de vendimia -, cuando asesoraba Quinta Sardonia, bodega situada en el linde de la Milla de Oro ribereña, que años antes había pertenecido a los propietarios de El Regajal. Me impresionó su rigurosa planificación para elegir el momento adecuado de vendimiar los diferentes varietales, en aquella sección de un viñedo tan diverso en composición mineral. Próximo a la bodega, en una ladera con ligera pendiente, el terreno aparecía multicolor por la complejidad del sustrato donde las cepas hundían sus raíces. Allí las margas difuminaban los esquistos, y estos últimos se fundían con la diversidad edafológica que integran los suelos de aquel viñedo. Constituía un verdadero rompecabezas planificar la vendimia en un terreno tan diverso, con castas plantadas con aparente desorden y sin otro rigor que la irregular mezcla de vides de distinta naturaleza. Al día siguiente, en bodega, probé sus formidables tintos de Quinta Sardonia, para comprobar por mi mismo que no es posible la excelencia sin la dedicación y el esfuerzo que había presenciado el día anterior. Lo más novedoso consistió en un vino que mantenía en recipientes de hormigón con forma de huevo, o la gozada de compartir sus tesoros varietales sin mezclar… antes de finalizar con sus estupendos ensamblajes…) Por entonces, Jerome Bougnand simultaneaba la dirección técnica de Q.S. con los estupendos vinos de Bodega El Regajal, que les comento:

El Regajal Selección Especial 2015. Es todo un clásico de los vinos madrileños de calidad, y es resultado de un ensamblaje de las cinco variedades que se cultivan en los viñedos de Aranjuez. La crianza se ha hecho durante 15 meses en madera de roble francés, y permaneció un tiempo afinándose en botellero. El Regajal Selección Especial 2015 es un tinto importante. En el ataque en boca destacan los frutillos rojos y ligeros toques de tabaco. El sutil aporte de la madera le aporta elegancia. Gustoso y largo, el Selección Especial 2015 - al igual que lleva sucediendo en añadas precedentes -, es prueba fehaciente de los acertados ensamblajes que decide su autor, manteniendo un estilo de vino con personalidad. El tiempo que ha permanecido en botellero lo ha ahormado, aportando complejidad y dando continuidad al estilo de una saga de vinos muy reconocibles. Es necesario precisar, que según las características que definen cada vino, en las distintas añadas, el enólogo decide los porcentajes de la mezcla final, que variaran según haya transcurrido el año meteorológico y la evolución en fase de crianza de las diferentes variedades que componen este vino.

Las Retamas del Regajal 2015. El hermano menor de El Regajal repite multiplicada, la grafía lepidóptera en su etiqueta con algunas de las especies de mariposas que comparten entorno y viñedo. Las Retamas del Regajal es un vino que lleva el ADN de sus mayores. Envejeció en roble francés por espacio de un año, en las mismas barricas que su hermano mayor (seguramente de segundo y tercer año), y desde luego que para nada desmerece su minoría de edad. Algo más fácil de beber que el anterior, el roble no anula su buena carga frutal y mantiene un adecuado equilibrio acidez alcohol. Buen vino Las Retamas del Regajal, segunda marca, de la bodega.

(Jerome Bougnand hace otros vinos tintos de autentica colección. Son elaboraciones cortísimas, de calidad extrema, procedentes de viñedos centenarios sin apenas producción, que han sido rescatados del olvido).

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