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Opinión:

Compás de espera ante unas impredecibles elecciones autonómicas en Cataluña

Por José Antonio de Yturriaga (*) – Enviado por José Antonio Sierra

sábado 09 de diciembre de 2017, 02:38h

09DIC17 – MADRID.- Este 5 de Diciembre es un día de especial relevancia pues se abrirá la campaña electoral para las elecciones autonómicas catalanas del 21-D, que van ser decisivas para el futuro de Cataluña y de España.. Las dos últimas semanas han sido intensas y agitadas, y hasta 17 partidos velan sus armas para entrar en la lidia lectoral, auque sólo 7 de ellos tengan fundadas esperanzas de acceder al Parlament.

El Gobierno central aplica con sordina el artículo 155 de la Constitución, interviniendo lo menos posible y procurando no molestar a nadie, con la honrosa excepción de Iñigo Méndez de Vigo, que ha tomado las medidas necesarias para que se cumpla la sentencia de un Juzgado de Huesca que ha ordenado la devolución de las obras de arte del Monasterio de Sijena expuestas en el Museo de Lérida –“¡Chapeau1”, Ministro-. En paralelo, la Justicia ha seguido su curso implacable contra los golpistas catalanes de forma lenta pero segura. Mientras Junqueras, siete ex –Consejeros de la Generalitat y los Presidentes de la Asociación Nacional Catalana (ANC) –Jordi Sánchez-y de Omnium Cultural –Jordi Cuixart- continuaban en prisión, la antigua Presidenta del Parlament, Carme Forcadell, y los miembros de su Mesa quedaron en libertad bajo fianza. El Juez Instructor del Tribunal Supremo (TS), Pablo Llarena, ha respondido a la petición de concesión de libertad condicional presentada por Oriol Junqueras y varios ex-Consejeros encarcelados en Madrid. con una fórmula intermedia. El ex-President Carles Puigdemont y otros cuatro antiguos Consejeros disfrutan en Bélgica de su condición de prófugos de la Justicia española, mientras la belga examina con calma la petición de su extradición presentada por la Audiencia Nacional a través de una “euroorden y los ha hecho comparecer por segunda vez, aunque no tendrá que tomar una decisión dado que el TS ha retirado la euroorden lanzada por la Audiencia Nacional.

Asunción de todas las causas por el Tribunal Supremo

El primer punto a decidir por la Justicia era el de la asunción por el TS –que lleva la causa por rebelión y otros delitos contra varias personas aforadas- de la causa que estaba siendo instruida por la Audiencia Nacional contra los ex-Consejeros no aforados y los “Jordis”, que había sido solicitada por los propios investigados. La Fiscalía de la Audiencia se mostró contraria a la acumulación porque resultaba prematuro ya que la situación de algunos de ellos podría cambiar tras las elecciones, no existía nigua norma que previera que el Tribual debiera acumular las causas contra no aforados cuando fueran acusados junto con aforados, las causas gozaban de sustantividad y características propias y –auque estuvieran entrelazadas- eran susceptibles de análisis por separado, las conductas de cada uno de los encausados eran distintas y no presentaban una conexión material inescindible, la acumulación supondría la creación de una macro-causa innecesaria que llevaría largo tiempo en adjudicar, y se abría la vía a un posible recurso ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) por privar a los no aforados de una instancia de apelación.

La Juez Instructora de la Audiencia Nacional, Carmen Lamela, informó a favor de la fusión de las dos causas y de su asunción por el TS, porque la actuación de los investigados no se podía examinar de forma aislada y desvinculada de la organización de la que ellos habían formado parte para culminar un propósito común. La Magistrada dejó en su dictamen una bomba con espoleta retardada al afirmar categóricamente que la organización delictiva constaba de tres partes: legislativa –el Parlament presidido por Forcadell-, ejecutiva –la Generalitat presidida por Puigdemont- y la civil –constituida por ANC y Omnium-, y señalar que los líderes independentistas habían actuado como “una organización criminal unida para lograr la secesión de la Comunidad Autónoma de Cataluña como República independiente, a espaldas de la Constitución y de las leyes”. En cuanto a los Mossos d’Esquadra, destacó que “su capacidad investigadora e intimidatorio al servicio de la organización y de los fines independentistas era imprescindible para proteger las acciones dirigidas a la celebración del referéndum “.

El Magistrado Llarena rechazó los alegatos de la Fiscalía, concordó con el dictamen de Lamela y decidió la fusión de las dos causas y su asunción por el TS, por razones de coherencia interna y de unidad de la investigación en un supuesto de rebelión, en el que presuntamente habían participado todos los investigados. En cuanto a la objeción de más peso relativa a un posible recurso al TEDH –que ya anuló con anterioridad la sentencia de un Tribunal belga por la privación de una instancia de apelación a unos acusados no aforados- la descartó con el argumento de que, siendo los encausados no aforados los que había solicitado la fusión, era improbable que presentaran un recurso. Es mucho suponer, porque –dada la facilidad con que los acusados acuden a la mentira y al perjurio- no sería de extrañar que recurrieran la sentencia si sus intereses así lo aconsejara. La fusión era lo lógico, pero el Instructor se ha quedado corto en su aplicación, pues –si rige el principio de investigación unificada de todos los imputados- deberían haber incorporado asimismo al sumario las causas seguidas por la Audiencia Nacional contra el antiguo Jefe de los Mossos, Josep Lluis Trapero, y de un Juzgado de Barcelona contra el número dos de Junqueras en la Vicepresidencia, Josep María Juvé, “eminencia gris” que planificó el referéndum del 1-O y todo el proceso que llevó a la Declaración Unilateral de Independencia (DUI).

Decisión del Tribunal Supremo sobre los encarcelados por la Audiencia Nacional

El segundo punto a dilucidar era el de la solicitud de Junqueras y demás compañeros mártires de acogerse a la “vía Forcadell” y obtener la libertad bajo fianza, a fin de poder participar en la campaña electoral. A estos efectos se produjo un cambio de táctica entre los detenidos del PDdeCAT y los de ERC. Ambos volvieron a declarar ante el Instructor y afirmaron que acataban la aplicación del artículo 155 y que actuarían dentro del el marco constitucional, por lo que no había cesado el riesgo de reiteración delictiva, pero -a diferencia de los primeros- los segundos no contestaron a las preguntas del Fiscal. Junqueras tuvo que hacer encaje de bolillos para no ofrecer un flanco a las críticas de claudicación hechas por su “hermano separado“ Puigdemont, su gran rival en el campo del separatismo. Junqueras reconoció que la DUI sólo había surtido efectos estrictamente políticos y no jurídicos, y –a diferencia de Puigdemot que sigue considerándose el Presidente legítimo de Cataluña- alegó que no desempeñaba ya ningún cargo y que había cesado en el uso de sus funciones “sin aspavientos ni llamadas a la desobediencia”.

Estos argumentos no convencieron a la Fiscal del TS,Consuelo Madrigal, que se pronunció en contra de la concesión de la libertad bajo fianza, porque los acusados no se habían comprometido a nada , ni habían garantizado que su actuación futura fuera distinta a la que les había llevado a prisión. No se habían producido cambios en sus conductas, ni se percibían atisbos de sometimiento a la legalidad, por lo que existía la posibilidad de reiteración delictiva y de destrucción de pruebas. También había riesgo de fuga de los investigados, con el fin de eludir las elevadas penas que podrían recibir por los graves delitos de los que eran acusados, ya que disponían de suficientes medios económicos y existía además el precedente de la huida de Puigdemont y de otros cuatro ex-Consejeros a Bélgica.

El Magistrado Llarena tenía que decidir y me temía que siguiera la misma línea excesivamente benigna aplicada a Forcadell, pese a sospechar que sus declaraciones podían ser mendaces, pero no lo tenía fácil porque las situaciones de unos y otros no eran del todo equivalentes. Los delitos por los que estaban imputados –rebelión en especial- eran más graves que los presuntamente cometidos por la Mesa del Parlament. Junqueras había alegado que ningún acto dirigido a la DUI había sido violento, pues él era creyente y la violencia iba contra sus convicciones. Sin embargo, Llarena, en su auto sobre Forcadell, había afirmado que un alzamiento podía ser considerado como violento cuado se orientara de modo inequívoco “a intimidar a los poderes legalmente constituidos, bien mediante el ejercicio activo de una fuerza incluso incruenta, bien mediante la exteriorización pública y patente de estar dispuestos a su utilización por existir una determinación a alcanzar a todo trance los fines que contempla”, sin que fuera necesario que “incorpore hechos lesivos o dañosos contra personas o bienes”.

Según han señalado Fernando Pérez y Reyes Rincón en “El País”, el TS se mostraba partidario de que la campaña electoral se abriera sin líderes políticos separatistas en la cárcel. Si esto fuera cierto, habría supuesto un grave atentado a la independencia judicial. Los jueces no deben manchar sus togas con el polvo del camino, ni condicionar sus decisiones a circunstancias ajenas a la justicia como la realización de procesos electorales. Todos los partidos políticos -salvo Ciudadanos y el PP- han pedido insistentemente la liberación de los “presos políticos” para que pudieran participar libremente en la campaña electoral. Llarena ha tirado por la calle de en medio y adoptado una solución salomónica. No ha detectado riesgos de fuga ni de destrucción de pruebas, pero sí peligro de reiteración delictiva por parte de algunos de los encausados, “cuyas actividades están directamente vinculadas a una explosión violenta que, de reiterarse, no deja margen de corrección o de satisfacción a quienes se vean alcanzados por ella”. Su libertad pondría en riesgo el derecho de los catalanes “a poder desarrollar su actividad cotidiana en un contexto despojado de cualquier riesgo previsible de soportar comportamientos que lesionen de manera irreparable, no sólo su convivencia social o familiar, así como el libre desarrollo económico y laboral, sino también la propia identidad física”. De ahí que haya seguido un doble criterio: mantener en prisión cautelar a estos responsables -Junqueras, Forn y los Jordis- y conceder a los otros seis ex –Consejeros libertad bajo fianza de €100.000, suma que ha sido inmediatamente abonada por la ANC y permitido su excarcelación.

El Instructor podría reconsiderar su decisión si se constatara que la posibilidad de nuevos ataques había desparecido o que “paulatinamente se vaya confirmando que el cambio de voluntad es verdadero y real”. El auto de Llarena ha sido muy criticado por los nacionalistas, así como por otros que no lo son. Es enrevesado, farragoso y a ratos confuso, pero está solidamente fundamentado desde el punto de vista jurídico, sin que el Magistrado se haya dejado influir por la intensa presión política y mediática. Como ha comentado irónicamente Tsevan Rabtan, “ha actuado como si estuviera en un Tribunal y no en una tertulia televisiva”.

Actitud de los Tribunales belgas

La actuación de los Tribunales belgas en relación con la petición de la Audiencia Nacional de extradición de Puigdemont y otros cuatro prófugos españoles es manifiestamente mejorable. Tras la recepción de la euroorden española, el Fiscal del Rey, Jean-Marc Meilleur, manifestó que, dada la calidad de los imputados, daría importancia particular a la cuestión de “saber si la extradición no podría constituir una infracción de sus derechos fundamentales”. Puso en duda el respeto de los derechos humanos en España y envió al Gobierno español una treintena de preguntas en las que solicitaba información sobre las condiciones de detención, las garantías de un juicio justo y las condiciones de las cárceles -espacio vital disponible, calidad de la comida, de la higiene y de los servicios médicos, y “posible exposición a episodios de violencia”-, pasando por alto que el Consejo de Europa había criticado al Gobierno belga por la pésimas condición en que se encuentran sus cárceles. Sólo le faltó preguntar por la “suite” del Hotel Ritz en la que estaba previsto albergar a tan distinguidos delincuentes.

El Ministro portavoz, Iñigo Méndez de Vigo comentó que la solicitud belga debía enmarcarse en la relación normal que existía entre los órganos judiciales de los países miembros de la UE. Pues no, Ministro. Semejante petición era anómala, extemporánea y humillante para un Estado miembro de la Unión, que respeta escrupulosamente los derechos humanos, al poner en tela de juicio su cumplimiento por parte de las autoridades españolas. Suponía además un cuestionamiento de la propia institución de la euroorden, basada en la confianza entre los socios comunitarios. Claro que llovía sobre mojado, pues-ya en anteriores ocasiones- Tribunales belgas habían negado conceder la extradición de etarras terroristas, so pretexto de que no recibirían en España un juicio justo. El Juez belga competente se ha tomado con calma el examen de la petición de extradición, ha dado amplios plazos a los interesados para que presenten sus alegaciones, les ha concedido la libertad sin fianza y les ha impuesto como únicas obligaciones estar localizables y no abandonar el país sin su consentimiento. El Juez ha vuelto a tomar hoy declaración a los prófugos y comunicado que el próximo día 14 daría a conocer su decisión sobre si aceptaba o denegaba la extradición. Cualquiera que sea ésta, será recurrida por la Defensa o por la Fiscalía ante dos instancias superiores disponibles, amén del TEDH, por lo que sería imposible que el caso quedara resuelto antes del 21-D, salvo que los encausados aceptaran regresar a España.

La situación ha cambiado, sin embargo, de forma radical tras la inesperada y hábil maniobra del Magistrado Llarena de retirar la eurooeden, con lo que ha quitado a Puigdemont la escalera que justificaba su exilio en Bruselas y lo ha dejado colgado de la brocha. El motivo de esta decisión ha sido evitar que el antiguo Presidente y sus Consejeros puedan eludir ser enjuiciados por rebelión. La justicia belga –cuya disposición a colaborar con la española ha sido puesta en entredicho en más de ua ocasión- podría conceder la extradición, pero excluir del enjuiciamiento los delitos de rebelión y de sedición, que no está suficientemente tipificados en el Código Penal belga. En tal caso, el TS no podría juzgar a ninguno de los encausados por rebelión ya que se trata de un delito cometido por una pluralidad de personas y todas ellas deberían ser juzgadoa por los mismos cargos. Si el juez belga concediera la extradición pero excluyera del enjuiciamiento los delitos de rebelión y sedición, el TS –que debería acatar y respetar el veredicto belga- no podría juzgar por estos delitos ni a Puigdemont ni a ninguno de sus ex-Consejeros, que sólo podrían ser condenados por delitos menores como la desobediencia o la malversación. Ha sido una jugada magistral y nunca mejor empleado el término. Puigdemont “et ali” han perdido el motivo que alegaban de dependencia de los tribunales belgas que justificaba su condición de refugiados políticos y tendrán que optar por regresar a España para afrontar ante el TS los cargos por los que ha sido acusados o emular al holandés errante y errar por los mares del mundo en estado de fuga permanente.

Insólita conducta de Puigdemont

En su “Carta al separatismo”, Fernando Savater ha comentado que muchos nacionalistas veían la independencia como los cristianos el cielo: un lugar de perfección y delicias al que no tenían prisa en llegar. Sin embargo, esta percepción cambió bruscamente a partir de la fuga hacia ninguna parte de Artur Mas, que culminó Puigdemont con la DUI. Como ha señalado Berta González Harbour, la aceleración súbita para llegar al paraíso que ha vivido Cataluña ha sorprendido a casi todos. Finiquitados el Govern y el Parlament, y sus acciones ilegítimas, “a falta de cielo, acaso les quede el limbo”. Y es precisamente en el limbo donde se ha instalado Puigdemont, tras huir cobardemente a Bélgica y dejar en la estacada a sus compañeros de aventura separatista. Ha justificado hipócritamente su espantada alegando que era la única forma de preservar la legitimidad de la Generalitat y la continuidad de la República Catalana a través de su Presidente.

Otro de sus objetivos principales era congraciarse con la UE y conseguir su apoyo o, cuando menos, su neutralidad, pero ha fracasado de forma rotundal. Según Carlos Yarnoz, la Unión ha cerrado filas en torno al Gobierno español y Puigdemont sólo ha logrado los indignos parabienes de xenófobos y neofascistas. De ahí la indignación del “Gran Caganer”,que –despechado y humillado- lanzó su excrecencia contra la Organización y sus dirigentes, al declarar que Cataluña tendría que tomar su propia decisión sobre su continuidad en la UE, un “club de países decadentes” ligado a intereses cada vez más discutibles, y en la que mandan unos pocos. El pueblo catalán deberá “decidir si quiere pertenecer a esta UE y en qué condiciones”. Ha sido la reacción de la zorra de Esopo, que -al ver que no podía alcanzar las uvas- justificó su fracaso diciendo: “Están verdes”. Y metidos en fábulas, cabe mencionar otro cuento del humorista y moralista griego, en que el animal le decía al busto:”¡Que cabeza tan bella, pero sin seso!”. A su ADN de voluntarismo, victimismo, xenofobia, manipulación, mentira, populismo y demagogia, el separatismo catalán ha añadido una nueva seña de identidad: el masoquismo.

Pese a que había afirmado que carecía de ambiciones políticas y no se presentaría a las elecciones autonómicas, Puigdemont ha consentido en inmolarse para salvar a la República y condescendido a comparecer ante el electorado, si bien en sus propios términos. Ha creado Junts per Catalunya (JxC”) -una agrupación política a su imagen y semejanza-, orillado a su propio partido y presentado una lista compuesta por los ex-Consejeros encarcelados o prófugos y por independentistas no adscritos al partido -como Jordi Sánchez- y excluyendo de ella a algunos de sus pesos pesados, como la Secretaria General Marta Pascal o David Bonvehí. No ha tenido el menor escrúpulo en dinamitar la tentativa de la Secretaria General de hacer volver al partido al sentido común y a la centralidad, a fin de recuperar los simpatizantes desconcertados por la deriva radical impuesta por el antiguo President. Como ha observado Javier Redondo, Puigdemont se ha convertido en un “candidato sin partido, dispuesto a la última voladura del sigiloso, acoquinado y gallináceo catalanismo burgués. Militante de sí mismo, se suma a la escuela del berlusconismo y del trumpismo”. Presentó virtualmente su candidatura desde Bruselas a través de una pantalla gigante instalada en la plaza “1 de Octubre” de su pueblo natal Sant Juliá de Ramís.

Desde el confort de su exilio bruselense y amparado por sus cuates nacionalistas flamencos y la connivencia de los medios públicos catalanes de comunicación –¡a pesar de la aplicación del artículo 155!-, ha mantenido intacto su perfil más radical y –en contraste con Junqueras, que ha tenido que renegar de la DUI antes de que cantara el gallo para tratar de salir de la cárcel- pretende convertir los comicios en la segunda vuelta del referéndum del 1-O y en un plebiscito contra la legalidad vigente. Su objetivo es restaurar las instituciones catalanas siguiendo el mandato democrático del citado referéndum. Puigdemont se está promocionando como víctima con un mensaje fantasioso pero eficaz y, contra todo pronóstico, ha subido cinco puntos en las encuestas a expensas de ERC y de la CUP. La huida a Egipto/Bruselas parece dar más réditos que la cárcel y el mártir de la causa no es Junqueras sino Puigdemont. Según Iñaki Gil, cuando aquél –que aún conserva una holgada ventaja en los sondeos dentro del campo independentista- salga de la cárcel, va a tener que pelear por el relato con Puigdemont, que ahora le está robando protagonismo, discurso y votos.

Reconociendo implícitamente el fracaso de la DUI -auque sin “cantar la gallina”- PDdeCAT y ERC decidieron cambiar de táctica y abandonar la unilateralidad, y plasmaron en un documento su aspiración de lograr “una negociación bilateral con el Estado y la UE a partir de la cual -sin ninguna renuncia previa por parte de los partidos ni del Govern-, se haga posible el acceso de Cataluña a la independencia y a la efectiva y pacífica articulación democrática de la República Catalana”. Sin embargo, el abandono de la unilateralidad y la búsqueda de la bilateralidad han descompuesto al bloque independentista. JxC- que es PDdeCAT, pero no acaba de serlo al convertirse en la plataforma personal de Puigdemont- sigue manteniendo su querencia a la unilateralidad y –en una campaña personalizada en el ex-President y caracterizada por el presidencialismo y el oportunismo- da una de cal y otra de arena. Los dos partidos no han logrado acordar un programa común, aunque estén de acuerdo en el abandono de la aplicación del artículo 155, la liberación de los presos políticos, la justificación de los resultados del 1-O y la ampliación de la base soberanista para hacer posible un proceso constituyente.

Pero, además del conflicto entre ERC y JxC , hay otro entre éste y PDdeCAT.

Harta de que Puigdemont hiciera la guerra por su cuenta y no prestara el menor caso a los dirigentes de su partido, Marta Pascal ha afirmado que será la dirección de éste la que tome las grandes decisiones de estrategia y, en particular, sobre pactos después de los comicios, a lo que Elsa Artadi ha replicado que será Puiigdemont quien “lidere las decisiones tras el 21-D”. El “Gran Líder” le ha tomado gusto al poder y pretende renovar su presidencia de la Generalitat, aún cuando ERC supere a JxC e votos.

ERC en la encrucijada

ERC se sabe favorita para ganar las elecciones autonómicas del 21-D, pero no está satisfecha de cómo se están desarrollando últimamente los acontecimientos. Junqueras creía que su estancia en prisión le acarrearía ventajas por mor del victimismo y del martirologio nacionalista, pero ha comprobado con desconcierto que su competidor por la hegemonía en el campo del independentismo le está ganando terreno a marchas forzadas. De ahí su repentina urgencia por salir del trullo, no sólo para plantar cara a Puigdemont, sino también para controlar a la Secretaria General de su partido y “delfina”, Marta Rovira, por lo que se muestra dispuesto a cantar la gallina y hasta el gallo de San Pedro. Viendo que desde la cárcel no podía participar activamente ni en la precampaña ni en la campaña electoral, decidió dar hilo a la cometa de Rovira y la propuso como candidata a la presidencia, porque ya iba “siendo hora de que una mujer esté al frente del país, pero la cometa vuela a su aire y no hace excesivo caso al hilo conductor que pretende manejar Junqueras en las bambalinas.

Rovira es una independentista confesa y carece de la mano izquierda de su jefe para dar una imagen más tranquilizadora y aceptable para la mayoría de los ciudadanos, sean nacionalistas o no. Como ha revelado la investigación policial, fue –junto con Jové- la principal responsable de organizar la logística del referéndum del 1-O, por lo que debería haber sido imputada -al menos por sedición- como sus colegas separatistas. Ha declarado sin ambages a Catalunya Radio -¿acaso no se está aplicando realmente el artículo 155?-que su partido no tenía que pedir permiso a nadie para implementar la República, aunque no conviniera poner plazos para caminar hacia la independencia. Rovira ha hecho unas declaraciones tremendistas, falsas y sectarias, al afirmar que el Gobierno les había amenazado con que habría muertos en las calles si el Govern seguía adelante con el ”procés” hacia la DUI. “Directamente nos decían que habría sangre y que teníamos que parar porque esta vez no dudarían, esta vez no serían pelotas de goma sino que la cosa sería claramente contundente” y, por eso, no fueron más allá a fin de evitar represalias sobre la población.

ERC sigue preconizando en su programa la secesión de Cataluña y ha incluido en él su compromiso de reiniciar el camino para acceder a la independencia si gana las elecciones, pero –tras el fiasco de la DUI- Junqueras es consciente de que no cuenta con suficiente base social para ello, por lo que -en la carta que dirigió el 15 de Noviembre a la militancia desde la cárcel de Estremera- expresó la necesidad de “sumar nuevas complicidades, nuevos aliados no necesariamente independentistas”. Es obvio que estaba tirándole los tejos a Catalunya en Comú/Podem (CeC/P), que se deja querer. Es partidario de un tripartito de izquierdas con el PSC y los comunes, pero -dado que la alianza con los socialistas parece poco viable por el momento- se conformaría con que la tercera parte del trío la formara el PDdeCAT, aunque sin su mesiánico líder. Tras la ruptura de la coalición entre comuneros y socialistas en el Ayuntamiento de Barcelona, ERC ofreció “desinteresadamente” sus votos a Ada Colau para la aprobación de los presupuestos municipales.

Junqueras no ha tenido más remedio que reconocer, aunque con la boca pequeña, que Puigdemont sigue siendo el Presidente legítimo de la Generalitat, pero le ha dolido su jugarreta de dejarlo tirado a los pies de los caballos judiciales, mientras él ponía los suyos en polvorosa. Consciente del descrédito y caída en barrena del PDdeCAT, se negó a formar una lista única como en las elecciones anteriores y no hizo esfuerzo alguno para la adopción de un programa común. Ahora está sorprendido de la remontada de JxC bajo el impulso de su mediático líder. Formó una lista de personas de su confianza, entre los que figuraban la arrepentida “ma non troppo” Forcadell y los antiguos consejeros encarcelados o exiliados, y presentó a Rovira como candidata a la presidencia de la Generalitat, de lo que es probable que ahora se esté arrepintiendo.

Volatilidad y oportunismo del PSC

El Secretario General del PSC, Miquel Iceta, está siendo -junto con Puigdemont- el personaje más destacado de la precampaña. Como su jefe, Pedró Sánchez, parece decidido a acceder a cualquier precio a la presidencia de la Generalitat, aunque el PSC no sea ni por asomo el partido más votado en las elecciones, que previsiblemente configurarán un Parlament muy fragmentado. Se ha presentado con habilidad y maquiavelismo como la bisagra requerida, el único político que podría forjar una mayoría por su transversalidad y por ser el candidato que menos rechazo suscita entre los diferentes partidos. Así, se ha ofrecido a ser “el Capitán de la política catalana”, prometido aparcar diferencias ideológicas y “ser el Presidente de toda la ciudadanía”. Con este objetivo en mente, se ha prodigado a diestra y a siniestra para tratar de pescar votos en todos los caladeros. A estos efectos, no ha dudado en proponer medidas populistas y escasamente viables como la creación de una Hacienda catalana –resucitando en parte el malogrado Estatuto de 2006-, la quita de la mayor parte de la ingente deuda de Cataluña y, sobre todo, una versión edulcorada del Pacto Fiscal, que se incluiría en una reforma de la Constitución de carácter federal asimétrico, similar al que disfrutan el País Vasco y Navarra, auque camuflado para no alarmar a la buena gente con la vitola de régimen fiscal a la alemana. “El Mundo” ha calificados estas propuestas, no sin razón, de “dislate”.

No deja de ser paradójico que Iceta coja el relevo de Artur Mas tras la negativa de Mariano Rajoy al Pacto Fiscal por él solicitado, lo que le llevó a la progresiva radicalización de su partido –hasta entonces no independentista- y finalmente a la DUI, adoptada bajo los auspicios del dúo dinámico Puigdemont-Forcadell. Para este viaje no necesitábamos alforjas. “À la recherche de l’électorat perdu”, Iceta ha incluido en la lista del PSC a miembros de Units para Avançar –restos del naufragio de la UDC-, como Ramón Espalader, Consejero de Interior y responsable de la logística del seudo-referéndum del 9-N y al que sólo la condescendencia del Gobierno central impidió que hoy esté entre rejas o, por lo menos, inhabilitado como Mas y Cia.

En sus oscilaciones oportunistas, Iceta se ha comprometido a no hacer Presidente con el voto del PSC a un independentista o a un político de derechas, aunque luego haya matizado que ello no suponía un veto a la candidata de Ciudadanos Inés Arrimadas. Su corazoncito está, si embargo, en una alianza de las formaciones de izquierda, ya que –no en vano- fue mamporrero y fontanero de los nefastos Gobiernos Tripartitos de Pascual Maragall y de José Montilla. Pese a su aparente bonhomía y espíritu danzarín, Iceta no es trigo limpio. ”La cabra siempre tira al monte”, por lo que no sería de extrañar que –pese a sus compromisos- Iceta acabara por aliarse con los nacionalistas de distinto cuño, con el respaldo del sector catalanista de su partida. Como ha señalado Santiago González, el PSC no puede ser considerado estrictamente como un partido constitucionalista, ya que mantiene vasos comunicantes con los nacionalistas y que, en amplios sectores del partido, prevalece el deseo de instaurar en Cataluña la “sociovergencia”. Para dar muestra de su espíritu conciliador, Iceta ha pedido al TS que libere a los candidatos encarcelados para que puedan participar en la campaña electoral y que imponga a los políticos encarcelados medidas cautelares que no impliquen prisión mientras no se celebre su juicio. Aunque haya abandonado por el momento sus devaneos con el “derecho a decidir” y su apoyo a un referéndum pactado con el Gobierno central, ha insistido en que el Estado debe reconocer la “identidad nacional de Cataluña” y en que es preciso que España asuma que es un “Estado plurinacional” para facilitar la reconciliación .

Con sus iniciativas, Iceta ha conseguido dar voz propia al PSC y “madrugar” al PSOE -que deberá hacer seguidismo de lo que su filial catalana decida-, dado contenido a la propuesta federalista del socialismo en materia de financiación y presentado unas propuestas aparentemente positivas en contraste con la actitud negativa y a la defensiva de los otros dos partidos constitucionalistas. El líder del PSC ha asumido el compromiso de un triple NO, que presenta contradicciones difícilmente conciliables: No a la investidura de un separatista como Presidente, al apoyo a Ciudadanos y a la repetición de las elecciones. Puede que estas incoherencias obedezcan a que ya ha encontrado la solución al problema: ”Iceta for President!”.

Debilidad del PP e ímpetu de Ciudadanos

El PP catalán padece las secuelas de su inmolación por José María Aznar, que entregó la cabeza de Alejo Vidal-Quadras en bandeja de plata a Jordi Pujol en la época en que hablaba catalán en la intimidad. Desde entonces, la filial catalana no se ha recuperado y ha pasado a ser una fuerza política marginal, percibida como una mera sucursal del PP nacional. Se encuentra hipotecado por la actuación del Gobierno central, generalmente criticada en Cataluña con o sin razón. De ahí el lema de su campaña:”España es la solución”. Tratará de que se acredite en su Haber que -gracias a la aplicación del artículo 155- el Gobierno de Mariano Rajoy ha restablecido la legalidad y la convivencia en Cataluña, frenado la independencia y convocado elecciones para dar la palabra al pueblo catalán. El partido puede beneficiarse de la masiva salida a la calle de “los otros españoles”, aunque parece más probable que sus votos recalen en Ciudadanos y, en menor medida, en el PSC.

El Gobierno desconfía de Ciudadanos porque le quita votos a escala nacional, por lo que parece preferiría que Iceta sacara más escaños que Arrimadas. Va a hacer una campaña a la defensiva, en la que sus principales argumentos son que el PP es el único partido que puede garantizar una “Cataluña española” y que, si los independentistas volvoeraen a ganar, “lo que hemos pasado será poco comparado con lo que vendría en el futuro”, en palabras de Xavier García Albiol. Rajoy se va a volcar en la campaña, lo que no sé si será positivo o negativo para el PP catalán.

Ciudadanos –que es el segundo partido de Cataluña y lidera la oposición- está pletórico. Ha dado la talla en la lucha contra la DUI y cuenta con una candidata competente, valiente y experimentada, pese a su juventud. Arrimadas tiene además una ventaja que hasta hace poco era un inconveniente: ser una “charnega” de Jerez que habla el catalán con un delicioso acento andaluz. Quiere alcanzar la presidencia desde “el centro, la razón, el respeto y un proyecto alternativo al nacionalismo”, y espera que los partidos constitucionalistas la apoyen si resultara ser la candidata más votada entre ellos. Ciudadanos ha insistido de forma interesada y quizás excesiva en este criterio.

En cuanto al proyecto alternativo, el partido naranja no acaba de explicitarlo, quizás por temor a que se produzcan reacciones desfavorables, pero los votos adicionales disponibles procederían de los catalanes que se sienten españoles -hasta ahora marginados y que se refugiaban en la abstención-, que lo recibirían con agrado. Arrimadas ha insistido en que “hace falta ganar a los partidos nacionalistas en las urnas” y, a estos efectos, ha hecho un llamamiento a la movilización de afiliados y simpatizantes, y a la participación lo más amplia posible en la votación..

Radicalismo de la CUP y ambigüedad, no tan ambigua, de CeC/P

El partido antisistema de la CUP no ha renunciado a la unilateralidad, que –según su portavoz, Nuria Gisbert- es la única salida para su proyecto político, pues la bilateralidad supone un paso atrás, ya que “es una entelequia pesar que el Estado va a negociar”. No ha aceptado la propuesta de sus aliados de abrir tras los comicios un diálogo con el Gobierno que les permita dar una salida al agotado procés y les ha exigido que incluyan en sus programas electorales el compromiso de hacer efectiva la República Catalana en base a los resultados del 1-O. Propugna el choque frontal con el Estado y pretende que el nuevo Govern tome el control efectivo del territorio y expulse de la Comunidad a las instituciones del Estado, al Ejército y a las Fuerzas de Seguridad.

Pablo Iglesias ha entrado como elefante en cacharrería en la filial catalana de Podemos y ha impuesto, de forma poco democrática, su non-santa voluntad de aliarse para las elecciones con Catalunya e Comú y así aprovecharse del tirón de Ada Colau. Ha provocado el cese del Secretario autonómico, Dante Fachín, que ha creado un nuevo mini-partido. La coalición CeC/P está liderada por el diputado Xavier Doménech..

Iglesias y Doménech han pretendido adoptar una actitud intermedia y equidistante, sin percatarse que –como ha señalado Rafael Moyano- el medio ha dejado de existir pues sólo hay dos bloques: los favorables a la DUI y los contrarios a la misma. Rige el axioma bíblico de que “el que no está conmigo está contra mí” y los nacionalistas consideran traidores a quienes -debiendo estar a su juicio con ellos- no lo están, especialmente si son intelectuales y de izquierdas. Prodigan críticas a babor y a estribor, aunque mucho más a la derecha, a la que echa en cara la aplicación del artículo 155, -que, siguiendo su errática política, han impugnado ante el Tribunal Constitucional a petición de ERC- y el encarcelamiento de presos políticos. Aunque insisten en que no son separatistas, cuando se produce un enfrentamiento entre los dos bloques, curiosamente siempre inclinan la balanza del lado de los independentistas. Su solución al problema catalán pasa por la celebración de un referéndum pactado con el Gobierno, que consideran “algo irrenunciable, no porque lo diga Catalunya en Comú, sino porque existe una mayoría social en Cataluña que lo avala”, según su portavoz, Elisenda Alemany.

Como es más que probable que los resultados de las elecciones produzcan un empate técnico entre los dos bloques, CeC/P se va a convertido en el fulcro de la balanza y su voto hará que ésta se incline hacia un lado u otro del espectro catalán. Ya han anunciado su veto a Ciudadanos, pues –como ha manifestado Irene Montero- no cree que “ni Ciudadanos deba presidir un Gobierno, ni que sea posible alcanzar un acuerdo de Gobierno con ellos”. El veto se ha extendido a Iceta, pues no apoyarían su investidura como Presidente si el PSC pactara con Ciudadanos. Para justificar su pretendida equidistancia, la agrupación, Motero ha mostrado también tarjeta roja a los corruptos del PDeCAT y ha advertido a ERC que no cuente con ellos si pretende reeditar el Gobierno de Junts pel Sí. Con tanto descarte, sólo quedaría una fórmula viable de Gobierno para CeC/P: un Tripartito con ERC y con el PSC, descartado, a su vez, por Iceta, aunque “de sabios es rectifica” y el discípulo de San Pascual Bailón ha dicho a cuantos quieran oírlo que se muere por ser Presidente de la Generalitat.

Perspectivas de las elecciones autonómicas

Los independentistas han conseguido partir a Cataluña por la mitad y algo menos de un 50% de su población es partidaria de la independencia. Según Fernando Savater, Cataluña está llena de catalanes como todos los demás. Si unos se consideran tan diferentes que no pueden soportar la visión del otro es porque se le ha inducido, porque se ha creado una conciencia artificial. “Ahora mismo en Cataluña ser nacionalista o fingir serlo no tiene más que ventajas y, claro, la gente se apunta”. Para Iñaki Gil, puede que se haya restaurado el orden institucional e Cataluña, pero muchos ciudadanos “viven en una realidad paralela dominada por la emotividad”. Cualquiera que sea el motivo, resulta escalofriante que, pese al fiasco de la DUI y el daño político, económico, de imagen y –sobre todo- moral que el Govern ha hecho a Cataluña, aún haya al menos un par de millones de personas que están dispuestas a votar de nuevo a los autores de semejante desastre, y –como ha comentado Arcadi Espada- ¿no hay nadie que les pregunte si no se les cae la cara de vergüenza?.

La división a partes iguales de la opinión pública hace que los sondeos prevean de nuevo unos resultados electorales de paridad entre los dos bloques. Según Juan Abreu, estas elecciones son atípicas: Han sido convocadas por el Gobierno central tras la disolución del Govern a causa de una sublevación de las autoridades autonómicas contra el Estado español, hay candidatos en la cárcel, en libertad condicional o refugiados en el extranjero, continúa acosándose lo español en Cataluña y sigue TV-3 fungiendo como motor propagandístico del independentismo y del antiespañolismo militante. Para Rafa Latorre, al ser las elecciones anómalas, su resultado resulta impredecible. Es imposible anticipar como va a reaccionar los votantes ante los cambios radicales que se han producido en el seno del independentismo. El cebo electoral no es ya la DUI, sino la represión del Gobierno español. A los convencidos de toda la vida se unirán los compañeros de viaje, no necesariamente independentistas, enternecidos por la letanía de los detenidos. Hay, sin embargo, un hecho muy positivo a reseñar: las encuestas vaticinan una participación récord de más del 80% de los catalanes, debido a la incorporación al proceso electoral de un núcleo de ciudadanos que, por sentirse preteridos, se solían abstener de acudir a las urnas en las elecciones autonómicas. Se estima asimismo que la opinión secesionista ha alcanzado su techo e incluso es posible que muchos independentistas de buena fe –hastiados por el fiasco de la DUI y los engaños a los que les han sometido sus líderes- decidan por vergüenza propia o por cansancio abstenerse de ir a votar. La bolsa de nuevos votantes parece propicia a respaldar a los partidos que defienden mantener a Cataluña dentro de España.

Los partidos constitucionalistas deberían tener sentido de Estado y no incurrir en refriegas estériles entre sí para ganar votos a expensas unos de otros, lo que favorecería a los partidos separatistas, cuyos votantes suelen ser más disciplinados y acuden a las urnas a toque de clarín y en manada como en las Diadas, perfectamente orquestadas y organizadas al milímetro por la agitprop nacionalista. En opinión de la eurodiputada Beatriz Becerra, los partidos constitucionalistas deberían reflexionar sobre la forma de afrontar la competencia electoral. No es hora de arañar unos pocos votos al partido al que te une el respeto a la legalidad, sino de desactivar en lo posible el secesionismo, para que el próximo 21-D haya una mayoría histórica que permita dar por zanjado el episodio golpista y alumbre la Cataluña plural que tanto tiempo ha estado oculta por la abusiva hegemonía nacionalista.

Acaba de hacerse pública la encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas sobre las elecciones, que sorprendentemente da como ganador a Ciudadanos con 22.25% de los votos, pero con los mismos escaños o uno menos -32- que ERC -20.8%-. Sube considerablemente al 16.9% el porcentaje de votos de JxC, gracias al tirón de Puigdemont -25-26 escaños-, y en menor medida el del PSC -16% de votos y 21 escaños-. Pierden fuerza los demás partidos, y consegirían 9 escaños CeC/P -8.6%-y la CUP -6.7%-, y 7 el PP -5.8%-, que quedaría con el farolillo rojo El voto útil del centro-derecha iría a parar a Ciudadanos, al que el PP ha cedido -muy a su pesar- 47.6% de sus antiguos votantes. Los partidos constitucionalistas superarían a los nacionalistas en votos pero no en escaños –al verse beneficiados por la ley electoral-, si bien perderían por un escaño la mayoría absoluta que tenían en la anterior legislatura y no podrían formar Gobierno por sí solos. No se ofrece ninguna perspectiva clara de posibles coaliciones que permitan la formación de un Gobierno viable y ésta situación podría dar una oportunidad al transversal Iceta, como un mal menor.

La del CIS no es más que una encuesta –que a menudo se equivocan-, pero parece reflejar la tendencia apuntada en otros sondeos. En caso de confirmarse, estos vaticinios aportarían noticias buenas y malas. Las buenas son que parte de la población silenciada se va a expresar, que los separatistas perderán un poco de fuerza y que los partidos no nacionalistas –especialmente gracias a Ciudadanos- ganarán el partido aunque sea por la mínima y en tiempo de descuento. Las malas son que el independentismo más radical encabezado por Puigdemont conservaría más apoyo del deseable y que el fiel de la balanza sería ocupado una formación inspirada por Podemos, que es constitucionalista en los días pares y anticonstitucionalista en los impares. El futuro Gobierno estaría en manos del triángulo de las Bermudas formado por Iglesias, Doménech y Colau, que son poco de fiar y que tratarán de formar un nuevo tripartido con ERC y PSC. La situación de punto muerto seguiría, pues, como estaba hasta ahora, si bien los separatistas perderían posiciones y no podrían imponer un Gobierno, salvo que CeC/P abandonara su pretendida equidistancia y se alineara de hoz y coz con los independentistas. Ello implicaría un alto coste para Colau en Cataluña y para Iglesias en el resto de España., por lo que deberían pensárselo bien.

Cataluña ha iniciado un peculiar y gradual proceso de “strp-tease” de la ciudadanía, similar a una limpieza étnica a la yugoslava: Turistas extranjeros, españoles no catalanes, catalanes españoles, charnegos no suficientemente catalanizados, empresas capitalistas explotadora del pueblo catalán…¡Fuera! ¡Sacad vuestros sucios pies de la Arcadia feliz! ¡Heil Puigdemont!. Yo no soy inmune a estos llamamientos y me siento conminado a hacerles caso. Junto con mi familia, he disfrutado durante cuarenta y tantos años de las deliciosas playas de Tarragona y de la hospitalidad de sus lugareños, pero “enough is enough” y –a pesar de mi amor no correspondido a Cataluña-- he decidido cambiar el próximo verano los aires salinos del delta del Ebro por otros menos contaminados por el veneno del nacionalismo –Jean-Claude Juncker “dixitt- y más acogedores, donde me sienta bienvenido y no me metan la “estelada” hasta en la sopa. Al final, los catalanes bien pensantes –descendientes por línea más o menos directa de la pata de Wilfred “el Pilós”- se van a quedar como el gallo de Morón, cacareando “Els segadors” y sin plumas, y más solos que Robinsón en su isla. Aún estamos a tiempo de que la mitad de catalanes que padecen un trastorno mental separatista transitorio salgan de su obnubilación, recuperen la cordura y pongan fin al trágico disparate que se esta produciendo últimamente en Cataluña.

Madrid, 5 de Diciembre de 2017

(*) José Antonio de Yturriaga es embajador de España

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