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El portavoz  del gobierno,Íñigo Méndez de Vigo en una rueda de prensa
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El portavoz del gobierno,Íñigo Méndez de Vigo en una rueda de prensa

Rajoy y Puigdemont agitan el tablero político en Cataluña

Rajoy y el PSOE estiran al máximo el trámite del artículo 155 de la Constitución. Su aprobación a fin de mes permitirá que se aplique de modo gradual

viernes 20 de octubre de 2017, 12:14h

20OCT17 – MADRID.- La ruptura de los últimos puentes entre Madrid y Barcelona vivida este jueves deja así todavía lejos una solución previsible a la crisis. Lo único claro es que Rajoy y Puigdemont seguirán su partida con extrema cautela y que la tensión, lejos de remitir, seguirá en aumento. La apuesta de les secesionistas catalanes choca con la negativa de la UE a aceptar su independencia y a tratarlos como socios

España lleva semanas en vilo por el angustiante ajedrez político que Mariano Rajoy y Carles Puigdemont juegan con cautela extrema. El jefe del Gobierno español y el líder regional de Cataluña patearon el tablero al mismo tiempo. ¿Qué ocurrirá ahora?

A juzgar por su intercambio de este jueves, Rajoy seguirá adelante con la intervención del Estado español en la autonomía de Cataluña y Puigdemont hará que el Parlament en Barcelona formalice la declaración unilateral de independencia, destacó DPA.

Se trata de dos pasos explosivos y sin precedentes que abren escenarios imprevisibles. Aunque, precisamente por eso, ambas partes tienen motivos de sobra para darlos con pies de plomo.

Para la estrategia del Gobierno en Madrid, actuar es un revés. La intervención de la autonomía mediante el artículo 155 de la Constitución, que permite adoptar "las medidas necesarias" para forzar que una región a cumplir la ley, es una decisión "que sin duda alguna sería mejor no tomar", admitió Rajoy el miércoles.

El artículo 155 fue hasta ahora un tabú en uno de los países más descentralizados de Europa y su aplicación tendría consecuencias imprevisibles no solo en Cataluña: el Partido Nacionalista Vasco (PNV), que gobierna la región del norte de España, avisó ya que no apoyará los presupuestos de Rajoy si se interviene Cataluña.

Es por eso que Rajoy y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), que lo apoya en el 155 pese a ser el primer partido de la oposición, estirarán al máximo el trámite. La aprobación definitiva en el Senado podría tener lugar a fin de mes, e incluso entonces comenzaría a aplicarse de un modo gradual, "muy limitado" y en un plazo "lo más breve posible", pidió el "número tres" del PSOE", José Luis Ábalos.

La intervención podría consistir en reemplazar autoridades puntuales del Gobierno catalán con figuras de perfil técnico, avanzar con el control de la Policía autonómica o incluso destituir al mismo Puigdemont. Las medidas concretas, que Madrid aprobará el sábado, tienen un objetivo final: convocar elecciones en Cataluña.

La lentitud de Madrid abre "de facto" un nuevo plazo para que sea Puigdemont quien tome esa medida. Tanto Rajoy como el PSOE dejaron claro el miércoles que paralizarán la intervención de Cataluña si el Gobierno regional convoca elecciones. Pero ese escenario, la salida menos traumática para la crisis, parece improbable.

Y es que, en contra de lo que ocurre en Madrid, las medidas drásticas parecen una buena noticia para el plan secesionista, que, según una "hoja de ruta" filtrada a la prensa a principio de mes, busca un escenario de "un conflicto democrático de amplio apoyo ciudadano, orientado a generar inestabilidad política y económica" para obligar al Estado a aceptar una negociación o un referendo forzado.

Es otro componente que marcará el escenario político de España las próximas semanas: los sectores más radicales del independentismo convocaron ya diversas manifestaciones y apelaron a una "desobediencia masiva no violenta" en las calles. Analistas y fuentes del Gobierno temen incidentes o escenas turbulentas cuando lleguen las autoridades enviadas por Madrid para reemplazar a las catalanas.

La imagen de un pueblo catalán que se rebela frente a un Estado opresor que rompe el diálogo y suspende la autonomía regional es precisamente la que Puigdemont podría usar no solo para justificar la declaración de independencia unilateral, sino también para reclamar una ansiada mediación internacional que hasta ahora no logró.

Puigdemont remarcó ambos puntos en su respuesta al ultimátum que le fijó Madrid para volver a la legalidad hasta ayer: "Si el Gobierno del Estado persiste en impedir el diálogo y continuar con la represión, el Parlamento de Cataluña podrá proceder, si lo estima oportuno, a votar la declaración formal de la independencia".

Hasta el momento no hay plazo para que el Parlamento catalán dé ese paso. Puigdemont no tiene prisa y lo supeditó a la intervención del Gobierno, buscando así la legitimidad para la ruptura con España que no terminó de darle el referéndum secesionista del 1 de octubre, declarado ilegal y rodeado de irregularidades.

La apuesta secesionista, sin embargo, tiene también sus riesgos. La cumbre europea que comenzó hoy en Bruselas prevé enviar un mensaje de respaldo a Rajoy y el presidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani, dejó ya claro que "nadie en Europa va a aceptar la independencia de Cataluña". El tono de amenaza de Puigdemont cayó también mal a fuerzas de izquierda que venían apoyando el diálogo.

La ruptura de los últimos puentes entre Madrid y Barcelona vivida este jueves deja así todavía lejos una solución previsible a la crisis. Lo único claro es que Rajoy y Puigdemont seguirán su partida con extrema cautela y que la tensión, lejos de remitir, seguirá en aumento.

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