Éste es el caso de la Federación Catalana para disminuidos psíquicos. No estamos hablando de una pequeña asociación de barrio. Estamos hablando de una Federación donde sus usuarios pagan, rigurosamente, por las actividades que fomentan. Pues bien, en su rama deportiva, esta Federación, muy reconocida en Cataluña, usa instalaciones no adaptadas para personas con movilidad reducida a sus campos de fútbol en Barcelona.
Concretamente a los campos de la Meiland, al distrito de Horta-Guinardó, los diferentes equipos, así como sus familias o acompañantes, sólo pueden acceder a las pistas deportivas mediante unas escaleras de cemento muy estrechadas y pronunciadas. Y si bien es cierto, que siempre hay alguien para dar la mano y acompañar a aquel que no puede bajar cómodamente o para bajar la silla de ruedas, es necesario que se tenga que depender siempre de alguien, cuando estas instalaciones las usan más de 300 personas cada sábado? ¿Tan complicado es hacer una pequeña rampa? ¿Tan complicado es facilitar el acceso para todo el mundo? ¿Tan complicado es hacer que todo el mundo disfrute de este deporte?
¿Hasta qué punto esto és una falsa inclusión en la que se quiere promover una imagen y no un hecho? Por lo tanto, en este caso, si que se cierto que nos encontramos con un trabajo inclusivo con personas con discapacidad, que promueve el desarrollo de un deporte que seguramente en otras competiciones, ordinárias, no lo podrían llevar a cabo. Pero, podemos considerar, que este trabajo se queda solo en un fomento de la inclusión, pero no en una actuación global a favor de la inclusión. Pensemos globalmente, levantemos la cabeza y hagamos que todo sea por todos.
Si (
No(
