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Entrevista

Antonio Sánchez García: “Los venezolanos hemos sufrido durante años y años ante el desinterés y la indiferencia internacional frente a nuestra tragedia”.
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Antonio Sánchez García:Los venezolanos hemos sufrido durante años y años ante el desinterés y la indiferencia internacional frente a nuestra tragedia”.

Remitido por Fidel Peña Carvajal – desde Santiago de Chile

miércoles 05 de abril de 2017, 00:56h

05ABR17.- El destacado filósofo y opositor venezolano Antonio Sánchez García habla en exclusiva con The Latin American Freedom desde Caracas sobre la grave crisis que azota a su país.

Con una severa crítica y muy honda reflexión, hace una análisis exhaustivo de lo que ha sido la hegemonía del narcochavismo en la región, con el lobby del Foro de Sao Paulo y el control absoluto de los Castro. Además revisa lo que ha sido la injerencia de Francisco, el Papa Argentino, en el proceso de diálogo de 2016.

A continuación la entrevista completa.

¿Cómo podría definir el estado de la oposición venezolana y su capacidad de enfrentar o no a la dictadura de Nicolás Maduro?

ASG: Tras veinticinco años del Golpe de Estado Militar que fracturara al Estado de Derecho y diera inicio a la crisis de excepción que hoy aún nos abate, la clase política venezolana, de toda condición pero muy en particular la que constituye la columna vertebral de la oposición partidista tradicional – desde Acción Democrática y COPEI, los partidos del sistema fracturado, a Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo y todas las agrupaciones surgidas al calor de estos dieciocho años de lucha antisistema – , no ha comprendido la naturaleza dictatorial y totalitaria que animaba entonces a Hugo Chávez y los comandantes golpistas, animara luego al gobierno de Hugo Chávez y continúa animando a la dictadura – ya abiertamente en fase de satrapía del régimen cubano – de Nicolás Maduro.

Razones de supina ignorancia ideológica o de simple incapacidad intelectual y moral la llevaron tanto a respaldar el asalto al Poder del chavismo – involucrando en dicho asalto a los más amplios sectores del empresariado, la judicatura, la fiscalía general de la República, los medios de comunicación, las academias y los partidos políticos – o, ya constituido en gobierno, a considerarlo no más que un mal gobierno o, en el mejor de los casos, una tradicional dictadura tercermundista caribeña que terminaría embarrancada en sus propios errores. Por cuyo desenlace sólo quedaba esperar serena y apaciblemente. Hubo quienes, como más de algún ex candidato presidencial de sesgo cristiano liberal o socialdemócrata, consideraron que había que dejarlo explayarse libremente para que se hundiera en su impericia y les enseñara a los venezolanos a curarse en salud frente al demagogo de turno. Pienso en Henrique Salas Römer o en Claudio Fermín, a quienes les escuchara personalmente esos tranquilizantes y adormecedores propósitos.

En dicho sentido, la crisis de excepción abierta por el embate castrocomunista perfectamente travestido de democracia plebiscitaria en el más puro estilo neofacista, jamás fue enfrentada por una auténtica oposición social, cultural y política a la altura de la crisis. Se cumplió, en el más riguroso de sus aspectos, la tragedia con la que el historiador británico Max Hastings explica la dimensión pesadillesca de la Primera Guerra Mundial y sus devastadoras consecuencias: una crisis de grandes proporciones enfrentada por liderazgos pigmeos.

No es que las fuerzas del asalto chavista tuvieran gran capacidad orgánica, política e intelectual: eran y continúan siendo un amasijo de pandillas hamponiles montadas inicialmente sobre un verdadero tsunami electoral, poseídas por un voraz apetito de poder total, en el sentido mussoliniano – inexistente en las filas de jóvenes e inexpertos dirigentes opositores, la mayoría de proveniencia universitaria – y siempre asesoradas y respaldadas por la experta ingeniería totalitaria cubana. Que vio caído del cielo, sin disparar un tiro, el regalo de un país rico y poderoso, decadente y desnortado, a cuyo asalto y en cuyo acecho esperara durante medio siglo, en manos de un farsante que no tenía otra manera de legitimar mundialmente sus voraces y megalómanas ambiciones que entregándole su pobre alma al maquiavélico tirano cubano. Allí radicó la gran tragedia: una minusválida oposición enfrentada al político más cruel, voraz y talentoso de América Latina en el Siglo XX. El desenlace no podía ser otro que este pantano en el que chapoteamos.

¿Evalúa como positivo o negativo la intervención del Estado del Vaticano en la crisis a través del diálogo? ¿Está la Iglesia venezolana consciente de ello? ¿Puede la Iglesia venezolana aportar algo más que el Papa Francisco?

ASG: La intervención de Jorge Bergoglio en nuestro conflicto no podía ser más contraproducente e inoportuna. En primer lugar, por el sesgo abierta y desembozadamente proto populista del jesuita argentino. Carente de la más elemental neutralidad frente a nuestros sufrimientos. Que ha reconocido ser de izquierdas o, por lo menos, de no haber votado jamás por la derecha. Un personaje enjaulado en el maniqueo juego de izquierdas y derechas que arrastrara en el pasado a amplios sectores del sacerdocio católico a intervenir en nuestros conflictos políticos poniéndose de lado de los proyectos totalitarios del marxismo leninismo. Me refiero a la llamada teología de la liberación, que provocara la indignación de Juan Pablo II y el rechazo discreto y filosófico de Ratzinger. Como también a la abierta simpatía hacia el chavismo del Prepósito de la Compañía de Jesús, el venezolano Arturo Sosa Abascal. Quienes consideran que el capitalismo es malo, la riqueza un pecado y el dinero estiércol del diablo. Enemigos frontales del liberalismo en todas sus formas. Y que no han trepidado en mostrarse incluso adulantes ante el peor tirano de la historia multicentenaria de América Latina, como Fidel Castro, responsable de la destrucción de la tradición cristiana en Cuba, perseguidor implacable del catolicismo y a quien se debe el papel absolutamente menor y deleznable de la iglesia católica en la Cuba de estos últimos sesenta años. Que muy por el contrario de lo sucedido con la iglesia católica polaca en esos mismos años, no pasará a la historia por haber luchado por la libertad de su feligresía.

La que sí mantiene esa tradición y pasará a la historia por su papel emancipador, lúcido y valiente frente a la dictadura venezolana será nuestra Iglesia Católica. Que no ha dudado un segundo en ponerse junto al pueblo sufriente, auxiliarlo y protegerlo, enfrentándose sin remilgos a la dictadura y rechazando, por falaz y engañoso, el diálogo usado por el régimen y una parte muy importante de la oposición partidista para sofrenar la rebeldía popular y sojuzgar a los militantes sectores opositores. Incluso al precio de medio centenar de mártires caídos en las luchas del 2014. Basta leer los exhortos pastorales de la Conferencia Episcopal Venezolana para comprobarlo. Y concluir, con honda preocupación, que el Vaticano ha actuado en Venezuela pasando por encima de sus propios cardenales y arzobispos. Algo absolutamente incomprensible.

¿La aplicación de la Carta Democrática, más allá de ser una sanción moral, surtiría algún efecto real en Venezuela?

ASG: En esta lucha agriamente desigual entre el poder absoluto y total del régimen, que cuenta incluso con el insólito, ominoso y anticonstitucional respaldo de las fuerzas armadas nacionales, sometidas a la directa injerencia de los ejércitos cubanos, y sobrevive montado en instituciones espurias e ilegales, pero travestidas de un manto de falsa legitimidad, como el Tribunal Supremo de Justicia, de una parte; y una fracturada, acosada, pobre, dividida y perseguida oposición, de la otra, contar con el respaldo de la comunidad democrática internacional no sólo es balsámico: devuelve al pueblo venezolano la confianza en el futuro y le abre perspectivas a esperanzas perfectamente fundadas. Por más confusa, dividida y pusilánime que sea la oposición partidista venezolana, contar con el masivo respaldo del pueblo – que está al borde de explotar con desesperación insurreccional ante los insólitos abusos y atropellos de la dictadura: masiva muerte de neonatos, inflación de más del 800% anual, falta de alimentos y medicinas y una brutal inseguridad ciudadana que provoca más víctimas anuales que las guerras en curso en el Medio Oriente – la intransigente disposición de lucha de la Iglesia venezolana y la comprensión y respaldo de la comunidad internacional constituyen factores invaluables que nos aseguran que la dictadura tiene los días contados y que la libertad y la democracia volverán más temprano que tarde a florecer en Venezuela.

Los venezolanos hemos sufrido durante años y años ante el desinterés y la indiferencia internacional frente a nuestra tragedia. Incluso ante la franca oposición continental a nuestros intentos democratizadores. La hegemonía castrocomunista abierta en el continente con la victoria electoral de Hugo Chávez en 1998 y la entrega de nuestros fastuosos recursos petroleros a la estrategia ingerencista de Cuba y el Foro de Sao Paulo en la región, que llevara a la tiranía cubana al extremo de financiar sus candidaturas y controlar las principales naciones del continente como Argentina, Uruguay y Brasil, en el Atlántico, y Chile, Perú, Ecuador y Venezuela en el Pacífico, sin contar su clara hegemonía en Centroamérica, que a punto estuvo de apoderarse de México con López Obrador, todo ello coronado con el práctico dominio de la OEA bajo el secretariado del socialista chileno José Miguel Insulza, postrado a los pies de los Castro, los Kirchner y el Lulismo, y el montaje de organismos piratas en América Latina, como la UNASUR, puesta en manos del narco presidente Ernesto Samper, y el ALBA, nos hicieron pensar que la causa de la libertad en Venezuela y en América Latina, profundamente imbricados desde nuestros ingentes sacrificios en vidas humanas y recursos materiales durante las guerras independentistas y sin duda comprometidos hacia el futuro, estaba definitivamente perdida. Como lo estuvo Europa Oriental luego de la Segunda Guerra. Y el Extremo Oriente luego de la victoria de la revolución china.

Esa pesadilla parece formar parte de nuestro pasado. La guerra cultural, ideológica y política que debemos librar contra el populismo sigue vive e irresuelta, el delirio estatólatra y socializante que nos ha maniatado en el pasado reciente aunque sus raíces se entroncan con el caudillismo hispano y el caciquismo vernáculo traídos en las espadas y los espíritus cortesianos y franciscanos, continúa maniatando nuestros espíritus, el castrismo y su perversa genética peronista siguen vivos y coleando. Y la izquierda parece no aprender de sus errores. Continúa acechando en Chile, en Perú, en Argentina, en Colombia y desde luego en México y en Venezuela. Cuba no ha sobrevivido durante sesenta años por azar. Como tampoco lo ha hecho por azar Corea del Norte. El virus de la estatolatría y el horror a la libertad siguen dominando los espíritus. Son nuestras taras congénitas. Y superarlas continúa siendo nuestra asignatura pendiente.

¿Se deberían aceptar las elecciones regionales en Venezuela?

ASG: Comparto plena y absolutamente el dictamen de Carl Schmitt, por equivocada que haya sido su adhesión al nacionalsocialismo. La esencia de lo político remite al enfrentamiento amigo-enemigo. Y el problema que subyace a esa enemistad ontológica, sustancial es la lucha por el Poder. En condiciones de una Crisis de Excepción como la que vivimos en Venezuela, el Poder se juega al todo por el todo. En juego están formas existenciales absolutamente contrapuestas: la dictadura o la democracia. Parcelar el Poder, cuando se encuentra en manos totalitarias, es un vulgar truco de sometimiento. En Venezuela no se lucha por una alcaldía o un consejo comunal. Se lucha por la Nación, se lucha por la República. Y ni la República ni la Nación se compran o venden en rodajas, como los embutidos. Las elecciones deben ser generales y apuntar al núcleo de sustentación del Poder. La presidencia de la República. Y consiguientemente en elecciones para una Asamblea Constituyente que le permita a los demócratas reconstruir la NUEVA REPÚBLICA desde sus propias bases.

Basta advertir el fraude cometido contra nuestra derecho constitucional a celebrar un Referéndum Revocatorio, para comprobar que las elecciones regionales son un premio de consuelo que no resolverá nada. Recuerdo la consigna de Lenin en sus Tesis de Abril, cuando volviera a San Petersburgo y exigiera, saliendo de la estación del Ferrocarril blindado que lo trajese de Suiza: ¡Todo el poder a los consejos! Seis meses después asaltaba el Palacio de Invierno y establecía la primera dictadura proletaria de la historia. En nuestro caso, no puede haber otra consigna que TODO EL PODER AL PUEBLO. ELECCIONES GENERALES YA. Para restablecer el pleno dominio de un poder democrático, justo, libertario.

¿Es la Asamblea Nacional un poder fallido? ¿cumplió las expectativa que la llevaron a ser elegidas el 6 de diciembre de 2015?

ASG: No cumplió ninguna de las promesas que llevaran al pueblo a brindarle un masivo respaldo electoral: liberar a todos nuestros presos políticos y desalojar a Maduro del Poder. Fue reducida y menospreciada a un papel estrictamente decorativo, con la anuencia de sus dos presidentes: Henry Ramos Allup y Julio Borges. Es un club de debates. Pues a todas las instituciones del Estado subyace un magma fundante y vivificante que constituye la médula del Poder. El Poder es la base estructural del Estado. Fracturarlo, si está en manos de los enemigos de la libertad y conquistarlo, esos y no otros deben ser nuestros objetivos. Conquistar la esencia de la Hegemonía. La oposición ya la posee, pero aun no tiene conciencia de que la ha conquistado. Existe una trágica incongruencia entre conciencia y realidad en el seno de los factores dirigentes de los partidos opositores. Parafraseando a Lenin, no es que no tengan conciencia de clase: no tienen conciencia del valor insustituible de la libertad. No saben y se niegan a reconocer el inmenso poder que poseen. Parecieran temerle. Se niegan a entender que en quienes se enfrentan a la Guardia Nacional y exigen la caída de Maduro están todas las respuestas. “¡Y va a caer, y va a caer, este gobierno va a caer!” El problema es abrirles nuestros oídos y nuestros corazones. Pero esta gran crisis carece de un gran liderazgo. Llega al extremo de cumplir con la burla llanera frente a los valientes que se acobardan: mataron a la bestia y ahora le temen al pellejo.

Eso no lo sabe Bergoglio, pero sí lo sabía Juan Pablo II que vino a decirnos, a dos años del comienzo de la tragedia, alertándonos sobre una eventual tiranía que ya asomaba sus garras: “No les tengáis miedo. No son más que hombres.” El pueblo ya comenzó a perdérselos. Falta que se lo pierdan los dirigentes.

¿Cómo saldrá Venezuela de esta crisis? ¿Rebelión o elecciones?

ASG: Sin cambiarle una coma y en el mismo orden de la pregunta: rebelión y elecciones.

Muchas gracias.

Publicado originalmente por TLAFREEDOM el 24/03/2017

THE LATIN AMERICAN FREEDOM

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