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Un premio en honor a las víctimas

Santos es un Nobel que todavía debe lograr la paz para Colombia
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Santos es un Nobel que todavía debe lograr la paz para Colombia

Cientos de personas aclaman a Santos tras procesión de antorchas en Oslo. Tras perder el plebiscito se reunió con las FARC para renegociar la paz.

domingo 11 de diciembre de 2016, 02:49h

11DIC16 – BOGOTA – COLOMBIA.- El presidente Juan Manuel Santos recibió este sábado el premio Nobel en Oslo, un reconocimiento a su tenaz búsqueda de la paz para Colombia pese a la esquiva respuesta de sus compatriotas que hace dos meses rechazaron en plebiscito un acuerdo con la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

Seguro de que era "el mejor acuerdo posible", Santos decidió someter su pacto con las FARC a la refrendación popular el 2 de octubre. Pero contra todo pronóstico, ganó el No, informó AFP.

Y para mayor sorpresa, cinco días después la academia sueca anunció que le otorgaba el Nobel de la Paz.

Según dijo Santos en su discurso este sábado, la noticia del premio "llegó como un regalo del cielo" y le dio fuerzas para sellar un pacto renegociado, que incluyó propuestas de la oposición y que fue refrendado la semana pasada en el Congreso, donde tiene mayoría.

"El Premio Nobel fue el viento de popa que nos impulsó para llegar a nuestro destino: el puerto de la paz", dijo este sábado en Oslo el mandatario, para quien Colombia "está haciendo posible lo imposible".

A Santos, bogotano de 65 años, lo critican por su frialdad y escasas dotes comunicativas. Pero le reconocen una férrea disciplina, autoridad nata y autocontrol ante las crisis.

"Es un político audaz, muy buen estratega", apunta su cuñado y asesor Mauricio Rodríguez.

Según allegados, minutos después de perder el plebiscito, tuvo la claridad de "proteger el cese al fuego vigente con las FARC, llamar a la guerrilla a renegociar y exponer la mezquindad del (expresidente) Alvaro Uribe", principal opositor al acuerdo.

Baja popularidad

Pero para sus detractores, Santos, que carga con un índice de desaprobación de 59,5%, desconoció el sentir popular.

Entre ellos, el expresidente Andrés Pastrana insistió que "el nuevo acuerdo no es legítimo" porque los colombianos debían "volver a las urnas" para refrendarlo.

Y aunque el proceso con las FARC se consolide, para la "paz completa" que el mandatario desea para "hacer de Colombia un país normal" aún debe sumarse al Ejército de Liberación Nacional (ELN), la última de las guerrillas surgidas en los años 1960 que protagonizaron, con paramilitares y agentes estatales, la cruenta guerra interna.

El "traidor", para Uribe

Santos "tuvo la valentía de cambiar el rumbo", dijo el jefe negociador del gobierno con las FARC, Humberto de la Calle, refiriéndose a la decisión del mandatario de negociar la paz al asumir en 2010, tras dirigir, como ministro de Defensa de su antecesor Uribe, la más feroz ofensiva contra las guerrillas.

Si hizo la guerra fue "como un medio para lograr" la paz, recordó Mauricio Rodríguez.

Reelecto en 2014, Santos no cejó en su empeño, pese a la dura oposición de sectores conservadores liderados por Uribe, que siempre lo consideraron "traidor".

Estaba convencido de que alcanzado un pacto con las FARC, los colombianos lo aprobarían. Pero se equivocó.

"Tiene fama de calculador, pero paradójicamente fue un error de cálculo creer que el hastío de los colombianos con la guerra podía contrarrestar la fatal combinación del inmenso rechazo a las FARC y sus bajísimos niveles de popularidad", comentó a AFP la periodista María Elvira Samper.

El modernizador de Colombia

"Santos representa la modernización del país. Y terminar la guerra con las guerrillas es, en su concepción, una necesidad fundamental para ese objetivo", opinó Mariano Aguirre, encargado del Programa Colombia del Centro Noruego para la Resolución de Conflictos (NOREF).

Quitar ese freno para el desarrollo ha sido el motor de su obstinación por la paz.

"Sé qué es lo correcto", dijo Santos meses atrás sobre su empeño para ver la luz tras la "horrible noche", que ha causado 260.000 muertos, 60.000 desaparecidos y 6,9 millones de desplazados en medio siglo.

Santos ha debido lidiar con su falta de carisma desde que dejó en 1991 el diario El Tiempo, entonces propiedad de su familia, para perseguir el sueño presidencial.

"No transmite emociones, pero no quiere decir que no las sienta. Es el mejor papá del mundo", aseveró Samper, prima del mandatario, para quien su liderazgo "ni populista ni mesiánico" y "muy racional (...) no conecta con el país de hinchas que es Colombia".

Estela de Roosevelt

A este sobrino nieto del expresidente Eduardo Santos (1938-42), cadete de la Armada, con estudios de economía en Estados Unidos y Londres e incursión en la diplomacia y el periodismo, la paz con las FARC lo ha enfrentado a la élite con la que siempre se ha codeado.

Pero a él, que se precia de seguir el modelo de Franklin D. Roosevelt, el presidente estadounidense de origen acomodado que hizo reformas radicales, no le importará ser recordado como un "traidor a su clase", según ha dicho.

Aseguró no tener ambiciones políticas después de 2018, cuando prevé retirarse con su esposa María Clemencia Rodríguez, madre de sus tres hijos, a esperar a los nietos para enseñarles a leer y a comer mangos en su finca.

"No quiero convertirme en prisionero del poder", resumió el hombre de la palomita blanca en la solapa.

La Procesión de las Antorchas

Cientos de personas se congregaron ese sábado en el centro de Oslo para participar en la tradicional procesión de antorchas en homenaje al presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, que horas antes había recibido el premio Nobel de la Paz, indicó AFP.

Tras una pancarta con el lema "Unidos por la paz en Colombia" y a ritmo de percusión, la procesión -organizada este año por el Consejo por la Paz de Noruega y el Foro de Colombia- recorrió un breve trayecto de la calle peatonal Karl Johan para acabar delante de la sede del Parlamento, frente al Grand Hotel.

Pasados unos minutos, y siguiendo la tradición, Santos salió a saludar desde el balcón del hotel mientras se sucedían los vítores a Colombia, los gritos de "Sí se pudo" y se agitaban banderas colombianas.

Santos hizo gestos de agradecimiento con las manos y pasado un rato pidió a su mujer y a sus hijos que salieran también al balcón a saludar a los cientos de personas concentradas, antes de regresar de nuevo al interior del hotel.

Allí asistiría luego al banquete en su honor, al que también acuden entre otras autoridades la familia real noruega y los miembros del Comité Nobel noruego.

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