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Opinión:

Nuestro PSOE

Por José Ibáñez Narváez y enviado por José Antonio Sierra (CCLAM)

lunes 24 de octubre de 2016, 02:28h

24OCT16.- Todo lo que está sucediendo en el PSOE, se veía venir desde hace tiempo. Ya unos años atrás, dije del PSOE que, “o cambia o perece”. Esto fue en un club de opinión donde todavía anda pendiente la controversia. Hasta ahora, la evolución de la versión sevillana de este partido no ha hecho más que avanzar hacia la extinción.

Ha procedido así desde el primer momento, elecciones de 28 de octubre de 1982, de gran triunfo por cierto. El modelo se ha transferido a los sucesores gobernantes, como un algo a conservar, y estos, no sólo no lo han corregido sino que lo han empeorado. Ello no evita que el espacio político para una izquierda democrática, subsista y donde mucha gente espera una actitud política de colaboración con la derecha, que debería ser de carácter permanente para los temas de Estado, que siempre, haberlos háylos, máxime en los momentos que vivimos en el presente, de rebelión y antisistemas. El empeño de lo contrario en el que se ha instalado el último Secretario General, no muestra más que la ceguera a que han llegado los convencidos de sus tesis y la imposibilidad de manifestarse el resto de sus compañeros porque el dogmatismo imperante no lo permite. Su dimisión ha producido que estos últimos estén surgiendo poco a poco.

Este PSOE, refundado en Sevilla, no fue una continuidad del Partido de los años treinta donde convivieron Largo Caballero, Julián Besteiro, Indalecio Prieto y Fernando de los Ríos, entre otros. Ninguno de ellos se vio destinado a la exclusión por discrepancia u otras razones, lo más, una dimisión de trascendencia como la de Largo Caballero en 1937. Pero el nuevo PSOE surgió otra cosa. La “gracia” que tuvo el aviso de Alfonso Guerra, no más conquistado el poder, la famosa advertencia de que “quien se mueva, no sale en la foto”, es expresión de la diferencia sustantiva que me propongo evidenciar. Este dicho no sólo expresa jactancia sino también, totalitarismo.

Los refundadores del nuevo PSOE, Felipe, Alfonso, Chaves y pocos más, pasarán o han pasado ya a la Historia con el sobrenombre de “el grupo sevillano” o “el grupo de la tortilla”. En mi opinión se hicieron un bloque cerrado que funcionó como tal, al margen de las funciones políticas que cada uno de ellos pudieran tener, modelo éste que llevó a Adolfo Suárez a la dimisión, anticipada en este caso, por el golpe de Estado. Y así se entregaron al partido.

En Internet se puede leer la corrupción en España desde Felipe III hasta nuestros días y en él figura el período de gobierno de Felipe González con el mayor número de casos, treinta y tres. Y algunos de gran trascendencia, como Filesa y 3 más, fondos reservados y los Gal. Incluyo también el caso Guerra (hermano del Vicepresidente de entonces) porque dio lugar a una anécdota trascendente: Cuando uno de los Presidentes de la Junta, anterior a Chávez, entró en la sede de su nuevo cargo para tomar posesión fáctica del mismo, al elegir su despacho, hubo quien le respondió que estaba ya asignado. Era para “el hermano”. No sé que sucedió después, cuando ya surgió los otros escándalos. Basta lo dicho para ver en este suceso un ejemplo de infracción de Ley, la de 17 de julio de 1958, que ya establecía que la competencia se ejerce por quien la tiene otorgada y que no es cuestión de jerarquía. Esta actuación muestra una falta de respeto que nos lleva últimamente a contemplar una forma totalitaria de ejercer el poder.

Pero no es un caso perdido, es un modo de actuar en política, que está sufriendo España. Tienen el mismo origen y la mima causa, cuando Alfonso Guerra dice “a España no la va a conocer ni la madre que la parió”. O “Montesquieu ha muerto”, que se emite en engañoso porque el actor del propio hecho actúa escondiéndose a sí mismo. O “ahora se van a enterar estos señoritos lo que vale un peine”, con ocasión de un acto con médicos. “Yo no tengo relación con los dioses”, Alfonso contestó así a una pregunta de periodista, relativa al “viejo profesor”, Don Enrique Tierno Galván”.

Y no se salva Felipe, porque ya lejos de toda responsabilidad, se permite decir cosas como la que tuvo lugar algo más de un año. El tema era un misil contra una cortijada en que se encontraba la cúpula de ETA. Y el comentario fue, ”pude haber dicho que sí y dije que no. Y si hubiera dicho que sí, no me hubiera arrepentido”. Es una moral que lo permite todo lo materialmente posible, para elegir lo que más convenga. Y hace menos de un mes, en una declaración a periodistas, en un envío de mensaje a Pedro Sánchez, sobre su deber de permitir la investidura del Presidente actual, terminó su exposición, tras una coma verbal, para añadir ”aunque Rajoy no se lo merece”. Y no usó un subjuntivo sino el categórico indicativo. No era para nada necesario, pero las neuromas, pletóricas de precedentes, no piden permiso para descargar.

En el año 2000, José Luis Rodríguez Zapatero salió elegido Secretario General del Partido, gracias al esfuerzo de la cúpula fáctica del PSOE, contra Bono, procedente del PSP, de Tierno Galván. En las elecciones del 2004, la marca ZP gana y Zapatero es investido Presidente del Gobierno, favorecido por el 11-M, a juicio de muchos. Zapatero recogió la herencia socialista, la hizo suya y la empeoró. Su empeño de transformar la sociedad desde el poder gubernamental, le hizo incurrir en graves errores, de general reconocimiento, entre los que cito, su manifestación en concentración pública y en Cataluña, de que apoyaría en Madrid, lo que allí se aprobara, y ello, antes que se editara y aprobara el Estatuto de referencia. mmmmmmmmmmmmmOtro caso sería su intención de hacer ver que “la moral es lo que dicen las leyes”. Unos matan a Montesquieu y Zapatero mató a Antígona. Sófocles puso en su boca un rechazo al tirano: “Hay leyes no escritas, grabadas en el corazón de los hombres”. Alfredo Pérez Rubalcaba, penúltimo Secretario General del PSOE, se dejó caer el día de reflexión de las elecciones generales de 2004, dos días después de las explosiones del 11 M, con un discurso electoral ilegal, con pleno conocimiento de tal ilegalidad, puesto que disculpó al entonces su Secretario General, de la ausencia de éste último en dicho acto y por tal motivo. Se necesita gran dosis de fatuidad para actuarasí. La Ley, para él, es como si no existiera. También Rubalcaba se hizo famoso con el Caso Faisán. Reproduzco, de artículo de Internet, titulado “Rubalcaba y el Faisán, una historia de negación y escapismo”: Siendo ministro del Interior despreció peticiones de dimisión, negó todo y se declaró víctima de «insidias» sin importarle comprometer con ello el Estado de Derecho y a la Policía. Nada podía interponerse en su carrera por suceder Zapatero”. El 21 de octubre de 2010 es elevado por Zapatero a Vicepresidente Primero y Portavoz del Gobierno, sin dejar el Ministerio del Interior, del que era titular desde abril de 2006. A pesar de todo y cuando cesó de todo, dejó una herencia en forma de titular, “Nosotros somos partidarios de un estado de tipo Federal”, que es no decir nada y que repitieron sus sucesores al pie de la letra. Ante esta imprecisión, envío a nuestros socialistas un precepto de la constitución de los Estados Unidos: “Esta Constitución, las leyes de los EEUU que en virtud de ella se dictaren y …, serán la Ley suprema del País”.

Sánchez es un paso más en la misma dirección, con los agravantes de reiterada publicidad y graves consecuencias sociales, políticas y económicas, como nunca.

Creo que debo terminar para evitar interpretaciones erróneas, declarar que concibo la democracia política representativa, única viable hoy, la que incluye, entre sus principios básicos, lo que significa un estado de derecho, Estado que respeta el derecho por él creado, y un mínimo de ético necesario.

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