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Opinión:

Algo de luz al final del túnel: ¿será suficiente?

Por José Antonio de Yturriaga (*) y enviado por José Antonio Sierra (CCLAM)

viernes 21 de octubre de 2016, 02:31h

21OCT16.- Como las ocas del Capitolio habían anunciado, la cerrazón de Pedro Sánchez y su ansia desmedida de poder llevó a la implosión del PSOE en el Comité Federal del pasado 1 de Octubre.

Ante la maniobra de los barones de provocar la dimisión de 17 miembros de la Ejecutiva –que la dejaba paralizada al quedarse sin “quórum”-, Sánchez, en vez de dimitir, lanzó un “órdago a la grande” y convocó una reunión del Comité Federal para que aprobara la celebración de primarias para seleccionar al futuro Secretario General y la convocatoria de un Congreso extraordinario que lo confirmara en el puesto. Perdió el embite y -tras un lamentable tragicómico espectáculo con gritos, lamentos, insultos e imprecaciones, y una tentativa de realizar una votación en una urna oculta tras una cortina- el Comité rechazó la propuesta por 132 a 107 votos. Siendo coherente consigo mismo, Sánchez dimitió como Secretario General y el Comité constituyó una Gestora de cinco miembros, presidida por Javier Fernández, Presidente de la Comunidad Asturiana, y con una mayoría críticos.

Según ha editorializado “El País”, no queda otra alternativa para la gobernabilidad de España que permitir un Gobierno del partido más votado y tratar de construir desde la oposición un PSOE capaz de recuperar la confianza de sus antiguos electores, y que, nuevamente unido, sea capaz de ofrecer una alternativa al PP. Para “El Mundo”, es prioritario desbloquear la investidura para formar un Gobierno y superar la parálisis de los últimos nueve meses. Sería incomprensible que el relevo traumático de su Secretario General no comportara un cambio de actitud en la posición del PSOE sobre la investidura de Mariano Rajoy. Sería positivo para España y para el propio partido, porque le permitiría ganar tiempo para encarar una renovación inaplazable para volver a ser una alternativa de Gobierno, tarea ingente como para seguir manteniendo su contumacia en el “NO es NO”. Estas ideas han sido compartidas –casi en solitario- por el Presidente de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, que ha afirmado que un partido de Gobierno o gobierna o deja gobernar. España no puede seguir sin Gobierno e instalada en el corto plazo. La hemos conducido a una carretera cortada y cualquier salida que busquemos es mala. En el PSOE nadie quiere que Rajoy sea Presidente y hacerlo sería duro para todos nosotros, pero, aunque no es la solución ideal, es la única viable. A su juicio, si queremos ser alternativa, hay una magnifica oportunidad en un Parlamento con el PP en minoría para hacer muchas cosas buenas desde la oposición.

Actuación de la Gestora del PSOE

También el Presidente de la Gestora parece ser de esta opinión, pero ha optado por la actitud prudente y razonable de limitarse a hacer pedagogía para convencer a sus correligionarios. Ha dado prioridad a recomponer la fragmentada unidad y cohesión interna del partido y favorecer las condiciones para que “se produzca un diálogo sosegado y tranquilo”. Fernández se ha negado a someter la decisión a los militantes porque “el PSOE no es un partido asambleario”. Ha partido de que la decisión unánime del Comité Federal fue oponerse a la investidura de Rajoy y seguido instalado oficialmente en el NO, pero está convencido de que no cabe plantear un Gobierno alternativo y de que acudir a unas terceras elecciones sería nefasto para el partido, por lo que hay que evitarlas como sea. Según la última encuesta de Demoscopia para “El País”, el PP subiría 5 puntos -37.8%- mientras que el PSOE – que ha perdido casi seis millones de votos desde 2008- bajaría 4.7 puntos -18%-, con 14% para Podemos. La mayoría de los votantes estima que abstenerse seria lo mejor para el partido, pero no es ésta la opinión de los militantes y de algunas federaciones –especialmente la de Cataluña, para cuyo Secretario General, Miquel Iceta, “no podemos ser muleta de un Gobierno conservador”-, que amenazan con romper la disciplina de voto e inmolarse de forma suicida en unas nuevas elecciones, que son preferibles –Iceta dixit- son preferibles a un Gobierno del PP. Les da igual quedarse con medio centenar de diputados, pues se mueven por su odio africano a la derecha, bien implantado en sus bases. Una de las portavoces de esta numantina posición, la diputada Susana Sumelzo, ha manifestado que no es posible un voto distinto al NO, porque tal es el mandato de sus votantes y de la mayoría de los españoles. No habría nada más dañino para España que una nueva legislatura del PP y las condiciones que motivaron la decisión de votar NO “permanecen inalteradas al día de hoy, sin que haya sobre la mesa razones de peso para pensar que la abstención llevaría al país o al PSOE a un escenario mejor”.

Fernández es consciente de este sentir, en el que la visceralidad prevalece sobre la racionalidad –“la política no es sentimiento, es razón”-, pero, como ha observado Santiago González, tiene problemas para conjugar el verbo “abstenerse”. Sin embargo, en el breve margen que está habiendo hasta el día 23 -fecha en que se reunirá el Comité Federal para tomar la decisión final-, ha ido lanzando mensajes orientados a convencer a sus compañeros sobre la conveniencia de la abstención: “Se requiere un aterrizaje forzoso en el principio de la realidad”, “la política exige convivir con la decepción”, “abstenerse no es apoyar”, “hay que olvidarse de la idea frentista que tenemos de la política”, “las políticas, además de bienintencionadas, deben ser útiles”, “peor que un Gobierno en minoría del PP sería un Gobierno en mayoría”, ”no se puede levantar una barricada ética frente al PP por respeto a sus millones de votantes”, “la apelación a la democracia directa termina con la representación”, “unas nuevas elecciones serían lo peor para España y para el PSOE”, “pienso más en nuestros votantes que en nuestros militantes”…No parece que estas razonables píldoras reflexivas hayan convencido a las bases del PSOE, aunque éste tiene mayor relevancia por sus votantes que por sus militantes. El Presidente no va a hacer una recomendación sobre la decisión final a adoptar, que dejará al Comité Federal, pero confía en que dicha decisión se pronuncie a favor de la abstención y sea acatada por todos los diputados socialistas.

Presión de Podemos

Podemos –que está convencido que el PSOE facilitará, de una u otra forma, la investidura de Rajoy- está presionándolo intensamente. Así, ha afirmando que “habrá consecuencias” y amenazado con retirar su apoyo a los Presidentes de las Comunidades de Valencia, Baleares, Aragón y Extremadura, como ya ha hecho en Castilla-La Mancha –en señal de advertencia. Como ha señalado malévolamente Pablo Iglesias, el PSOE ha renunciado a jugar cualquier labor de fiscalización tras haber decidido entregar el poder al PP y configurar una “gran coalición” con su abstención. Lo ha acusado de arrodillarse, mentir y ser un fraude para sus electores. El desafío que vive ahora su partido es asumir ese espacio que el PSOE le ha puesto en bandeja y pasar a ser la única oposición en el país. Las relaciones entre el PSOE y Podemos se han ido deteriorando últimamente, porque Fernández sabe perfectamente que Pablo Iglesias no quiere formar un Gobierno de progreso, sino arrebatar a los socialistas su papel como principal portavoz de la izquierda y líder de la oposición, por lo que prefiere distanciarse lo más posible de él.. El Secretario de la Gestora, Mario Jiménez, lo ha acusado de volar los puentes y de impedir cualquier posibilidad de diálogo en el seno de la izquierda. Para Fernández, la mala relación con Podemos es un estado natural y desconfía de él porque no garantiza la unidad de España, al estar muy cerca de los independentistas de Cataluña y del País Vasco, y por su defensa del “derecho a decidir”. Es para él esencial construir un relato que marque las diferencias entre los dos partidos. En contraste con Iñigo Errejón -que mantiene que sin el trabajo en las instituciones no se vencerá el miedo al partido y reclama, por tanto, una actitud sosegada-, Iglesias ha reconocido que, como no tienen fuerza suficiente en el Congreso para cambiar las cosas, habrá que “desbordar las calles”, y ha dado incluso su apoyo a una eventual huelga general. Ha arengado a sus simpatizantes a movilizarse frente a la “legislatura de la vergüenza” que se avecina y a luchar para crear “poder popular”.

Dilema para el PSOE: ¿Abstención pura o técnica?

Es evidente que la gobernabilidad de España pasa por el PSOE y el partido tiene el grave problema de asumir el desgaste que le provocaría abstenerse para permitir que gobierne Rajoy. La posición abstencionista se ha visto fuertemente fortalecida con la reciente decisión del PSOE andaluz. Según su número 2, es necesario convencer a los cuadros y a los militantes y “hacer pedagogía de la abstención” para derribar las reservas y rechazos existentes en el partido. No podemos ir a nuevas elecciones por el fallo de las fuerzas políticas de no ser capaces de formar Gobierno, ha afirmado Juan Cornejo. Tan importante es gobernar como liderar la oposición y no se debe bloquear la formación de un Gobierno si no hay alternativa al mismo. Sin embargo, las bases del partido, algunas federaciones –como la catalana, la balear, la gallega o la vasca- y varios diputados siguen recalcitrantes en su posición obstruccionista, y se muestran dispuestas a ignorar una eventual decisión del Comité Federal en pro de la abstención. Ante esta situación de “impasse”, se va abriendo camino la solución denominada “abstención técnica”. La aritmética parlamentaria permite que Rajoy sea elegido Presidente con la abstención o ausencia de once diputados. Esta fórmula vergonzante va contra la cultura del partido y Javier Fernández y Susana Díaz no son partidarios de ella, pero empiezan a considerarla como un mal menor, para dejar constancia formal de su oposición a las políticas del PP y mantener la unidad del partido. Pero –como ha observado “El Mundo” en un editorial-, es fundamental que Fernández y los suyos sean capaces de alcanzar una fórmula de consenso ahormada en una estrategia de más largo alcance, porque una salida en falso como la de la “abstención técnica” tal vez le sirva al PSOE para ganar a la desesperada algo de tiempo, pero no tardaría en mostrarse perjudicial. Dejaría al partido en el limbo de la indefinición y no cerraría la crisis abierta en su seno. Si bien sería nefasta una repetición de las elecciones –y por ello hace votos porque el Comité Federal adopte una resolución que lo evite- el periódico concluye que sería asimismo nefasto que el PSOE quedara hecho jirones en este episodio. Aún coincidiendo con esta opinión y estimando que la “abstención técnica” es una auténtica “chapuza”, la política es el arte de lo posible y, si esta fórmula permite no sólo la formación de un Gobierno, sino también el mantenimiento de la unidad del PSOE, miel sobre hojuelas.

Horizonte de un Gobierno del PP en minoría

Según Javier Redondo, Mariano Rajoy –leal al principio conservador- intuyó que la inacción desaceleraría los procesos de cambio al desactivar la potencia de reacción, ha mantenido una cierta pasividad y argüido que “los consensos no son una rendición, sino un éxito de todos”. Para Lucía Méndez, el juicio de “Gürtel” y las tarjetas “black” ha llegado mientras Rajoy se viste tranquilamente para su próxima investidura con la abstención del PSOE. Además de sortear su propia destrucción, ha logrado pulverizar a la izquierda española como alternativa de Gobierno. Ha vencido el banquillo de la corrupción y de la contabilidad B del PP, acomodando su estrategia política a los tiempos y a los acontecimientos. Ha perdido tres millones de votos, pero ha conservado el poder. Se ha sentado a esperar que su investidura viniera rodada y, por el camino, se ha destruido el PSOE. En opinión de Raúl del Pozo, Rajoy confiaba en que el tiempo arreglaría los problemas, pero los ha empeorado y llevado al país al borde del colapso institucional. Se ofrece magnánimamente como víctima propiciatoria para salvar a España del caos y afrontar una legislatura convulsa y de duración incierta. Con un bipartidismo socarrado, un PSOE a merced de Podemos y un PP bajo sospecha, el Gobierno nacerá tiritando, concluye el periodista. En efecto –como ha señalado Miguel Ángel Belloso-, es previsible que, tras facilitar la investidura de Rajoy, el PSOE haga en contrapartida una oposición brutal al Gobierno del PP, a fin de expiar su supuesta culpa por haber traicionado a sus militantes y votantes, lo que sería letal para España. El nuevo Gobierno deberá fijar el techo de gasto público, aprobar los presupuestos generales, ordenar las cuentas para cumplir con la estabilidad fiscal requerida por la Unión Europea e impulsar las reformas estructurales necesarias, especialmente para frenar la desaceleración de la economía. El Comisario Europeo de Economía, Pierre Moscovici, ya ha advertido que esperan un presupuesto que contemple las medidas necesarias para conseguir el objetivo de déficit en un 3.1%. Ciudadanos también ha sacado la orejita cuando -pese a apoyar la investidura de Rajoy- alentó al PSOE a facilitar el Gobierno del PP para controlarlo desde la oposición. Las diversas votaciones perdidas por el Gobierno en funciones en temas fundamentales suponen una seria advertencia para Rajoy de que le va a ser muy difícil gobernar desde la precariedad de sus 137 escaños en el Congreso, en una legislatura casi imposible. Él es consciente de ello y ha afirmado que hará cuanto esté en su mano para ganarse la gobernabilidad del país, y que trabajará día a día para lograrlo “con humildad, con paciencia y atendiendo a los intereses de los españoles”. Tendrá que negociar a diario cada acción de Gobierno, pues las urnas han impuesto la “cultura del pacto”. ¿Lo hará o lo dejarán hacerlo?. Pese a las enormes dificultades en el horizonte, más vale un Gobierno en mano, por débil que sea, que la ausencia del mismo.

La situación de las principales fuerzas políticas no puede ser más deprimente. Como ha descrito Julio Llamazares, un partido gobernante que tiene a la mitad de sus dirigentes sentados en los juzgados acusados de corrupción, otro que parece un patio de vecindad con todos sus responsables a la gresca, un tercero que aspira a dar miedo y un cuarto que va y viene ofreciendo sus votos al mejor postor. O –en palabras de Raúl del Pozo- un PP maniatado por la corrupción, un PSOE encadenado al NO, un Ciudadanos haciendo equilibrismo y un Podemos en contra del precepto básico de que la política no tiene que ver con la virtud. Pese a esta coyuntura desesperanzadora, una tenue luz se percibe al final del túnel. Parece ser que el PSOE acabará por dar su brazo a torcer y permitirá la formación de un Gobierno del PP tras casi diez meses de paralización institucional. ¿Será suficiente?. Puede que no, pero hay que seguir adelante. Quizás haya que recordar a nuestros políticos las palabras de Miguel de Unamuno a José Millán Astray, tras su enfrentamiento dialéctico de 1936 en la Universidad de Salamanca: “Me parece inútil pediros que penséis en España”.

José Antonio de Yturriaga es embajador de España - Madrid, 17 de Octubre de 2016

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