28SEP16.- Redacción Madrid. En México todo sigue igual. Y eso es lo malo. 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa desaparecieron entre el 26 y el 27 de septiembre de 2014, desaparición en la que estuvo implicada la propia policía municipal de Iguala, en el estado de Guerrero.
Las escuelas normales son las dedicadas a la formación de estudiantes que serán profesores. Tal es la vocación de las instituciones y tal el cometido y futuro de sus estudiantes. Por eso fueron y son importantes en lugares donde es necesario el desarrollo de la educación. Las escuelas normales rurales de México en algunas zonas son el reducto de movimientos políticos radicales, como el caso de la de Ayotzinapa, institución de formación de Lucio Cabañas Barrientos, quien en los años 60 del pasado siglo organizó y alentó en el estado de Guerrero un movimiento guerrillero de orientación marxista llamado el Partido de los Pobres. Los estudiantes de la Normal de Ayotzinapa son de inclinación socialista marxista y desde aquella época que sufren el acoso y la persecución del Estado mexicano por ser considerado un 'nido de guerrilleros y extremistas'. El Estado intenta ahogar la actividad normalista reduciendo cada vez más los presupuestos destinados a formación y manutención, o reformando la ley educativa para dejarles cada vez menos margen, y año tras año los normalistas se manifiestan con distinta intensidad en distintos lugares de Guerrero para oponerse a las reformas.
Los estudiantes normalistas tienen además por costumbre ir cada año a la manifestación conmemorativa de la matanza de la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco del 2 de octubre de 1968. Esa matanza fue la cumbre de un movimiento social de orientación izquierdista en el que los estudiantes y universitarios tuvieron el papel principal por la independecncia de la universidad, en apoyo de Cuba y contra el gobierno del presidente Gustavo Díaz Ordaz y acabó con casi más de 350 muertos y 1200 heridos a manos del Ejército y fuerzas paramilitares del denominado Batallón Olimpia y asistidos, cómo no, por la omnipresente en Latinoamérica en aquellos años Agencia Central de Inteligencia estadounidense.
Los estudiantes guerrerenses de Ayotzinapa, de pocos recursos, durante años han secuestrado autobuses de línea para desplazarse a sus concentraciones de protesta; en septiembre de 2014 y en preparación para desplazarse a México DF para la manifestación del 2 de octubre habían secuestrado algunos camiones y esa noche del 26 estaban intentado secuestrar un autobús cuando elementos de la policía municipal de Iguala junto a miembros de la organización narcoterrorista Guerreros Unidos atacaron a los estudiantes, por orden del entonces alcalde de Iguala, José Luis Abarca Velázquez, que tenía de hecho tratos con Guerreros Unidos.
Hasta la fecha lo único que se sabe, y es la conclusión a la que ha llegado oficialmente la Procuraduría General de la República de México (PGR), es que esa noche murieron 6 personas y 25 resultaron heridas y que 43 estudiantes fueron secuestrados, asesinados y supuestamente incinerados y sus restos, sus cenizas, arrojados al río por orden del alcalde de Iguala a través de la policía y Guerreros Unidos.
El lunes pasado, día 26, familiares, simpatizantes y personas indignadas con la impunidad con la que se asesina y se desaparece en México, se manifestaron para exigir justicia a un gobierno que a veces no se sabe si no está o incluso si no es cómplice en esa impunidad en la que se mueve el narco, la mafia, la corrupción política y la delincuencia en México.
Los padres de los desaparecidos, encabezando la marcha que culminó en la Plaza del Zócalo de la capital mexicana, exigen la continuidad de las investigaciones, no se resignan al destino que las fuentes oficiales le han reservado a sus hijos, cenizas en el agua de un río, y muchos de ellos dicen que si no les han mostrado esas cenizas, la posibilidad de que sus hijos sigan vivos existe, y que el Gobierno debe continuar investigando hasta las últimas consecuencias. La esperanza, sobre todo la esperanza de unos padres, es lo último que se pierde.
La Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), grupos de estudiantes del Instituto Politécnico Nacional (IPN), el Frente Popular Francisco Villa y el Sindicato de Trabajadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) fueron algunos de los asistentes a la marcha portando pancartas y exigiendo con sus lemas resultados al Gobierno de Enrique Peña Nieto, acusado de mentir y manipular las investigaciones, mientras que el presidente se defiende afirmando que su gobierno está poniendo todos los medios para esclarecer los sucesos y dar con todos los responsables.
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