"Cambio". Fue una de las palabras más repetidas por la izquierda gallega durante toda la carrera electoral del 25S. Y el cambio permaneció, como en la campaña, sólo en el lado de quien era oposición y lo seguirá siendo como resultado de estos comicios. El PP acaba de revalidar su mayoría absoluta en Galicia después de que el electorado le concediese la “excepción” respecto al resto del Estado que Alberto Núñez Feijóo le reclamó en innumerables ocasiones.
Frente a la placidez conservadora, la mayor novedad reside en la suerte de En Marea como segunda fuerza en votos, pero no en escaños, que al mismo tiempo tendrá la misma representación que el PSdeG en un Parlamento que se completa con un resistente BNG.
La representación parlamentaria del grupo que seguirá manteniendo el gobierno sigue siendo de 41 escaños. El único movimiento en su seno es la pérdida de un puesto en la provincia de Lugo –el que haya menguado la población le ha restado un escaño en la circunscripción de Lugo y se lo ha sumado en A Coruña– y la suma de otro en Ourense. Con unos 7.000 votos más que hace cuatro años, aproximadamente 668.000, los de Feijóo suben dos puntos porcentuales, hasta casi el 48%, y logran una ventaja aún más amplia de la que obtuvieron en anteriores comicios con respecto a la oposición.
En el segundo puesto se situará de ahora en adelante En Marea. En un escenario semejante al vivido a finales de los años 90 y al comienzo de la primera década de este siglo entre el BNG y el PSdeG, el partido instrumental encabezado por Luís Villares ronda el 19% de los votos, con casi 265.000, esto es, unos 65.000 más de los que obtuvo Alternativa Galega de Esquerda. El crecimiento con relación a la fuerza de la que hereda espacio político es de cinco escaños, hasta los 14, lejos de las expectativas que se marcaron al inicio de la carrera electoral.
También con 14 escaños cuenta el PSdeG, que pierde por el camino unos 50.000 votos y cuatro diputados en el Parlamento. El arco parlamentario lo cierra el Bloque, la única formación política que quedó por encima no sólo de las encuestas, sino de las propias expectativas que manejaban al comienzo de la campaña. La formación soberanista, ahora liderada orgánica y parlamentariamente por Ana Pontón, tendrá un escaño menos que en la anterior legislatura, quedando en seis. Sin embargo, los escenarios demoscópicos que ubicaban a la organización al borde de la representación parlamentaria se convirtieron en un voto real que les permite mantener holgadamente su grupo parlamentario.
El escenario contrario al del Bloque es el de Ciudadanos. La formación de Albert Rivera, protagonista en muchos relatos de la campaña y presente en las encuestas preelectorales con hasta dos escaños, no alcanza el 4% en ninguna de las circunscripciones gallegas y ni siquiera logra ser la cuarta fuerza en el conjunto del país, y en Ourense el partido que tenía a Cristina Losada como cabeza de cartel fue superado con casi 3.000 votos por Democracia Ourensana.
David Lombao, Diagonal
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