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La vuelta de Germán Ubillos a los escenarios

"Evelinne y John", la última obra teatral de Germán Ubillos

A mitad entre la comedia y el drama, "Evelinne y John" pone fin a 20 años de "sequía" de obras teatrales de Ubillos

viernes 26 de febrero de 2016, 04:58h
'Evelinne y John', la última obra teatral de Germán Ubillos

Por J.I.V.

26/02/16.- Después de casi 20 años de “sequía” en la producción de obras de teatro el dramaturgo y escritor Germán Ubillos Orsolich, hombre de una dilata carrera de casi 50 años y en la cual ha conseguido casi todos los premios posibles aguardaba con gran impaciencia y nerviosismo el momento en que el pasado sábado 20 de febrero, se levantara el telón del pequeño Teatro La Victoria de Madrid, para poner en escena su última obra: “Evelinne y John”. “A los 27 años, edad en que estrené mi primera obra teatral ni te enteras pero a los 72 sientes un miedo pánico” expresó Ubillos pocas horas antes del estreno.

“Evelinne y John” es una producción que grosso modo y a primera vista resulta casi inclasificable ya que por su temática, fondo e hilo argumental, tiene a ratos visos de comedia aunque creo que su autor pensó originalmente en un drama si bien en ningún momento el tono y desarrollo argumental de la obra en escena consiguen tensionar al respetable como para constituirse en un drama de tomo y lomo.

El argumento bien mirado resulta casi pueril o cuando menos, poco creíble en algunos de sus personajes y se advierten algunas situaciones claramente antitéticas. John, el personaje principal y alrededor del cual (con todas sus neuras, depresiones y miedos existenciales) gira el argumento, es un hombre maduro, inseguro, dominado y anulado por una mujer que es exactamente todo lo contrario a él. Fuerte, segura de si misma, cosmopolita (ex mujer del presidente de EE.UU -¡¡nada menos!!- y amante del poderoso hombre y rey de las llamadas “nuevas tecnologías” y es aquí donde el espectador se hace la primera de las muchas preguntas que surgen en el desarrollo de la obra. ¿Cómo pudo una mujer-cañón como Evelinne casarse con el melifluo, timorato y apocado John? ¿Por dinero? No desde luego, a Evelinne le sobra, ¿Por prestigio social? Indudablemente tampoco, a ella le sobra no en vano ha pasado por la Casa Blanca y la cama de Bill Gates. ¿Sexo?, no lo parece… Evelinne trasunta una personalidad castradora casi tanto –aunque en otro aspecto- como la que se podría atribuir al verdadero (y único) amor que John parece sentir y que manifiesta a gritos en ocasiones a su difunta madre que no tiene ningún reparo, en volver del más allá un par de veces para aconsejarle situaciónj que consigue dar un tono de surrealismo a la obra.

Pese a lo absurdo a ratos de la trama, la obra se observa y contempla bien. Los actores resuelven cada uno su papel con solvencia y sin duda el rol de John, con toda su carga –en ocasiones- de irritantes e infantiles reacciones consigue dar el tono justo que sin duda imaginó el autor. Evelinne en cambio parece a ratos ajena al escenario minimalista y único en que transcurre toda la obra ya que todo el desarrollo se articula en una única habitación (el salón de una casa) donde los personajes rumian y mastican cada uno sus diferencias.

John no quiere a Evelinne y Evelinne no quiere a John, en ningún aspecto, ni como compañero, confidente o amante. Ella simplemente pasa de todo y solo va a lo suyo. John pese a sus neuras e inseguridades siente al mismo tiempo el llamado de la selva y lo aplaca de manera regular con una chica de alterne, con Bárbara, una estupenda señorita de compañía que además de guapa, tiene también -como es natural- su propia historia. Es una profesional del sexo pero con John, del cual parece haberse enamorado, se siente más como una mujer normal que como una trabajadora del sexo, papel que asume con naturalidad y cierta resignación aunque tiene -como no-, secretas aspiraciones, de progresar y conseguir otras metas –como estudiar inglés por ejemplo-, en su vida.

El siquiatra que semanalmente atiende a John de sus neuras y depresiones representa al único profesional –posiblemente- que en lugar de tener una consulta como todo médico que se respete, (y más tratándose de un siquiatra) atiende a domicilio situación que resulta insólita y que con seguridad es una consecuencia del montaje de la obra ya que el reducido escenario habría hecho inviable presentar un consultorio medico medianamente creíble. El siquiatra es en realidad la muleta mental de John. No le sirve absolutamente para nada –y él y el médico, lo saben-, pero John continúa gastando su dinero con un profesional que no le llevará a ningún lado.

La guinda de la secuencia de hechos poco creíbles la pone el manager (léase proxeneta) de Bárbara, la chica del alterne del cual John se siente enamorado. Pese a que el papel está bien resuelto por el actor que lo interpreta es creo, el personaje más incongruente de la trama y resulta poco creíble al menos, no resulta convincente en una obra dramática.

La pretendida intención de desarrollar un drama queda pulverizada por el sesgo de comedia que toma la obra a partir de la descabellada idea de Evelinne de requerir los servicios del proxeneta para resolver lo que ella llama la tontería de John. En la vida real, nadie en su sano juicio recurriría a una solución tan burda para deshacer un entuerto amoroso y es ésta a mi juicio, la secuencia que desdibuja el drama de esta obra para darle un sesgo de comedia que se ajustaría más al tono casi festivo con que Evelinne encarga la solución final al sicario de ocasión que por su parte, se ha preocupado –es de suponer- de mover los hilos para hacer con el encargo, un mejor negocio que le reportará mayores beneficios.

La obra tiene muy bien resueltas las secuencias con un adecuado y oportuno fundido a negro y mención especial merece la acertadísima elección de la música de fondo que es absolutamente bella y a tono.

En suma, y pese a algunas incongruencias de la trama argumental producto quizás de los solo 13 días que según Ubillos empleó en escribir esta obra, “Evelinne y John” resulta simpática de ver y asegura un buen rato en un teatro que resulta íntimo y acogedor.

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Teatro “La Victoria, calle Pez, 17 – 28004 Madrid.

Funciones: Todos los sábados hasta fin del mes de marzo a las 22.30 horas.

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