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Memorias: Así fue y así lo voy a contar

Yo, El Azafato ( y XXVIII)

Por Quino Moreno

jueves 16 de julio de 2015, 02:46h
Yo, El Azafato ( y XXVIII)

Operación “Plus Ultra”. El fin del sueño… (V y final)

En pocas fechas aprovechando un pleno y casi por decreto en el orden del día del consejo de Ministros, se dio el visto bueno para la Operación Plus Ultra. No quiero ni voy a contar todo lo que tuvimos que aguantar con la prensa ya que no sabíamos hasta ese momento y en definitiva, cual era la verdadera postura de España en este proyecto ya que nadie, excluyendo al delegado de Iberia, nos decía nada así que todas nuestras respuestas eran los pormenores del vuelo y un poco la historia de la efemérides. Todo, todo se tranquilizó cuando Pichón, el delegado de Iberia, recomendó a Nicolás en el Canal 5 de TV argentina (que era algo así como la Primera Cadena de nuestra TV de aquellos años) para su participación en esa estación. Nicolás, recordando su intervención en Un Millón Para El Mejor lo bordó pero teníamos en contra que mucha gente en la calle ya empezó a conocerlo y se acercaban a nosotros.

El delegado de Iberia nos llamó para que fuéramos a su casa -como a veces hacíamos- a pasar la tarde pero esta vez no nos esperaba una partida de Mus o de Dominó que era lo que solíamos hacer algunas tardes. La cosa era según se le antojaba a él mucho más grave para el futuro del proyecto: El Director Comercial de Iberia, le había comunicado un rumor cada vez más insistente relativo a que en breve, iba a ver cambio en la Presidencia de Iberia y que se barajaban varios nombre y entre ellos, dos, que eran tecnócratas muy cercanos al PP según él. Si el relevo de Espinosa de los Monteros fuera ocupado por uno de ellos, la operación corría peligro ya que la primera condición que le pedirían los Sindicatos de Pilotos secundado por ingenieros y controladores sería que no se llevara a cabo el vuelo. Después de una larga charla y con las cartas que teníamos en la mano, debíamos darnos prisa antes de que esto sucediera para que el avión alcanzara a salir de Buenos Aires rumbo a España.

Con esa consigna bajo el brazo empezamos a trabajar con Pichón para que moviera hilos con los militares de aviación argentinos y con el Gobierno de la Plata para que nos dejaran desmontar el avión con las especificaciones técnicas que nos dejaron los mecánicos de CASA. Para el desmontaje del avión, nosotros hicimos los deberes con UGT Argentina y para el traslado del avión y sobre todo, con la dirección de Aviación Civil española todavía en manos de Pedro Tena pidiéndole que nos enviasen en cuanto fuera posible, a Pepe el ingeniero para que supervisase todo el tema del traslado.

Una vez más la eficiencia y los contactos de Pichón más todas influencias del montañés dieron su fruto y en una semana, empezaron los preparativos de sacar al Plus Ultra del Museo de Lujan. Pepe ya estaba de vuelta y todo parecía rodar a las mil maravillas; lo único que teníamos aparcado era el tema publicitario por orden de Madrid pues se sospechaba que el cambio de Presidente era inmediato y ya empezaban a no querer mover ficha.

En el capítulo anterior conté que ya nos cogió de sorpresa la postura de Yáñez y Trinidad Jiménez en cuanto a la participación del Plus Ultra en los eventos del V Centenario y por ese motivo, a tantos kilómetros de distancia y sin información de primera mano, sabíamos que algo estaba pasando. Menos mal que Nicolás se movió con rapidez por todo lo que habíamos andado y la cosa no era a estas alturas, como para dejarla de lado después de la cantidad de gente que en el fondo y en la forma, estaban implicadas.

Nos dieron de margen unos diez días para que todo estuviera dispuestos para embarcar el avión; de todo el gasto del transporte con camiones de dobles ejes se encargó el montañés e incluso, de abrir un hueco en unas puertas del museo debido que no eran lo suficientemente grandes y todo estas componendas, para luego dejarlas exactamente igual y todo esto gestiones incluidas, por su cuenta.

Pepe el ingeniero esta vez se portó de diez, pues estaba entusiasmado de cómo con los militares de aviación argentinos estaba saliendo el trabajo. Por cierto que según sus palabras, fue impecable. Una vez que tuvo en sus manos las medidas de las bodegas del Jumbo de carga (combi) que nos iba a mandar Iberia Pepe nos dijo que a bodega vacía por la puerta central no había problema para el puro del avión pero las alas dijo Pepe, "no entran ni de coña". Después de muchos números se llegó a la conclusión de que las alas no podían ir por aire así que el montañés entró en acción y dijo que había hablado con la Naviera Pinillo que estaba en Puerto y su Director General accedía a transportarlas hasta Cádiz.

Nos llamó el Delegado de Iberia urgente y quedamos en el Fechorías, donde nos comentó que ya había fumata blanca en el cambio de Presidente de Iberilla y que sería un tal Andréu, que provenía del sector textil y sin pertenencia militante a ningún partido: “ja, ja, ja”, pensamos los tres. No hay nadie que venga del sector empresarial que no sea proclive a la derecha. Todo esto nos lo contó un poco decepcionado de como se estaban desarrollando los acontecimientos y lo que podía haber sido de no haberse producido ese cambio en Iberia. Dejamos las elucubraciones a un lado y disfrutamos del espectáculo de ver cantar a nuestras amigas y de tomarnos unas copitas con ellas.

Esa noche nos tocó ver de nuevo al Fugitivo que era nuestro divertimento cuando teníamos problemas y el primero de ellos era –casi con seguridad- que los pilotos iban a pedirle al nuevo presidente lo que ya sabíamos y por otro lado, también sabíamos que ese pulso iba a ser grande.

Y llegó el visto bueno de la Dirección General de Iberia para mandar un Jumbo Combi, para el traslado del avión a Sevilla pero el delegado nos dijo que desde Madrid le habían ordenado que no se le diera nada de publicidad al tema ya que dentro de la compañía, la única Dirección General que sabía que se iba hacer ese traslado era Presidencia y la Dirección Comercial. Estaba claro que algo estaba pasando y que nosotros no podíamos palpar desde Bueno Aires; nos dieron la fecha y lo que no pudieron parar fue a la prensa de Buenos Aires ya que salieron fotos de la salida del avión del Museo de Lujan.

Era tanto nuestro desconcierto y desazón no tuvimos ánimo esa noche de acercarnos al Fechorías para despedirnos de nuestras amigas ya que sabíamos que la despedida iba ser muy triste así que llegó el día y lo único que hicimos, fue ir al mediodía a comer a la mansión del montañés con Pichón, el delegado de Iberia y Pepe el ingeniero que esteba al margen y contentísimo, ya que sus instrucciones estaban claras: custodiar el avión hasta Sevilla y entregarlo en CASA. Ni no despedimos del Embajador y pensamos que el delegado de UGT al cual llamamos, nos dio un deliberado esquinazo.

Embarcamos y como nadie sabía la fecha a causa de la orden de Madrid de que no se le diera publicidad, el Jumbo había venido con pasaje pero en la vuelta no pasamos más de quince pasajeros. Normalmente el Combi no tenía muchas plazas de pasaje ya que era exclusivo de carga.

Después de las despedidas en la sala VIP, nuestros amigos argentinos preconizaban que nos veríamos muy pronto pero nosotros ya sabíamos que no iba a ser así. El recibimiento de la tripulación técnica fue de lo más fría ya que no le gustaba un pelo tener que llevar esa carga. La tripulación auxiliar en cambio nos recibió con alegría ya que la componían compañeros de mi promoción y que nos hicieron el viaje de lo más placentero. Después de algunos whiskies y con la cabina con las luces apagadas y Pepe roncando le dije a Nicolás:

-"Mira por la ventanilla, ¿tu sabes la cantidad de agua que hay allá abajo y la de tiburones que habrá por ahí? Pues si por un casual no se hace el vuelo, tampoco pasa ná"

A lo que Nicolás me respondió:

-“Joder Quino, llevas razón la verdad que hay mucha agua y está todo muy oscuro"

Nuestra llegada a Madrid fue la que esperábamos: no había ni un alma sólo la operación habitual aun cuando yo, sí me llevé una tremenda alegría: Margot estaba a pie de escalerilla pues la había acercado al avión un coordinador de pista. Ahí se me olvidaron todos los avatares que habíamos pasado e incluso ni siquiera pensé que el Plus Ultra estaba en la bodega del avión.

Nos despedimos de Pepe el ingeniero quien nos dijo:

-"Espero que nos veremos pronto en Sevilla". Creo recordar que nunca más lo volví a ver en mi vida.

Al día siguiente me reporté a Flota para incorporarme a la programación, pero cual sería mi sorpresa al saber que tenía unos días libres, hasta final de mes y creo recordar que fueron en total, más de una semana.

Dos días más tarde, me llamó Nicolás para decirme que le había llamado desde el Ministerio de Transporte, Enrique Barón, para tener una reunión y que iba a proponer que fuera yo con él pero le dije que no forzara la situación e incluso le comenté que por mi parte, sería mejor no asistir así él podría exponerle en detalle todo lo acontecido.

La reunión con el ministro se produjo y nada más salir del Ministerio, Nicolás me llamó y quedamos en la oficina de la Revista y cuando me contó lo ocurrido en la reunión con el ministro, no podía dar crédito a lo que estaba oyendo: el ministro le pidió en persona a Nicolás, “Que por favor se olvidara de la Operación Plus Ultra”, pues le tenían cercado los pilotos de la Marina, el Sindicato de Pilotos, e incluso UGT vuelo y que sabían que no era del partido aunque si simpatizante y que el tema, había llegado a una situación que era necesario controlar para evitar males mayores y le pidió por favor que no se preocupara por lo demás detalles ya que todo el tema protocolario con Argentina, lo resolvería el propio Gobierno.

Me quedé de piedra cuando terminando la historia me dijo:

-"Quino, le he dicho al ministro que seremos disciplinados y que nos olvidaremos del tema"

Nunca había discutido con Nicolás pero esa vez se me antojó decirle:

-¿"Pero como coño nos vamos a olvidar"? ¿No te das cuenta que nos han vendido? ¿Incluso la UGT? Después de lo que hemos pasado para traernos el puto avión para que ahora, se lo den a la Marina para que ellos se pongan la medalla y, ¿Quien se enfrenta ahora a UniPlubic y a José María García"?

Ese día no se rompió la amistad con Nicolás pero ya nunca fue igual Y tanto cambió la cosa que como CERO82, la revista, en la práctica ya no tenía razón de ser, fue decayendo hasta que murió la ilusión.

En los dos años siguientes, Nicolás perdió un juicio con Iberia por competencia desleal ya que montó una compañía de carga y yo, después de muchos avatares en Iberia y aprovechando un ERE, pedí la liquidación de 28 años de servicio como tripulante de cabina de pasajeros y me fui, pero esta vez no a la aviación sino a la Marina Mercante…. pero esto, ya es otra historia.

Y así, sin pena ni gloria y en medio del silencio gubernamental, llegó el fin de la historia de la Operación Plus Ultra, el sueño que durante un tiempo acariciamos con tanto anhelo un grupo de entusiastas por darle nuevo lustre a esta hazaña de la aviación española.

El avión fue finalmente reparado en Construcciones Aeronáuticas de Sevilla y después de completar su reparación, la Marina lo probó en un vuelo que casi se estrella en el Guadalquivir y aproximadamente, un año y medio más tarde y aprovechando un viaje a Argentina fue devuelto al Museo de Luján, esta vez sí a bombo y platillo. Y aquí concluye este relato que retrata como ninguno, la manera en que este país despilfarra oportunidades –políticamente hablando-, cuando “se dispara con pólvora ajena”…

“Dedicado en memoria de mi mejor amigo, Nicolás Valero Fernández, piloto de aviación pero por sobre todo, periodista”…

Quino Moreno – Julio de 2015

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