En Roma tomaron la medida al saber que Ureña pagó 60.000 euros a un diácono al que había decidido no ordenar sacerdote. Desde el propio arzobispado avisaron al Vaticano de la extraña operación contable y la respuesta fue drástica.
No fueron sus problemas de salud, que los tiene. Ni su cercana jubilación, ya que en marzo cumplirá 70 años. El arzobispo de Zaragoza, Manuel Ureña, que anunció el pasado 12 de noviembre su renuncia al cargo, lo hizo tras recibir orden expresa desde Roma.
Así lo desvela este martes el Heraldo de Aragón, en un información en la que se detalla que fue la propia Santa Sede la que solicitó expresamente a Ureña que se marchara al tener conocimiento de que este acababa de autorizar el pago de una indemnización de 60.000 euros limpios a un diácono al que había decidido no ordenar como sacerdote.
El montante final de la operación asciende a más, 105.000 euros, ya que el arzobispo se comprometió a abonar la parte de la cuantía que correspondía a Hacienda, tras el pago realizado mediante transferencia bancaria.
La enorme e inusual suma abonada a un joven no se explica por el mero hecho de haber decidido no ordenarlo. Tanta extrañeza causó la operación en el propio arzobispado, que desde la institución decidieron avisar a Roma de la operación contable y el Vaticano reaccionó de forma drástica llamando por teléfono al arzobispo para que dejara de inmediato el cargo.
En su día, Ureña justificó su sorpresiva marcha con argumentos como que los médicos le decían que "se la está jugando todos los días".
Ahora, según el Heraldo de Aragón, sale a la luz que su renuncia como arzobispo de Zaragoza está directamente relacionada con el asunto de la indemnización abonada al diácono.
FUENTE: lainformacion.com - 26/11/14
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