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Opinión

Te secuestro y nos vamos a Paris

Por Germán Ubillos Orsolich (*)

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h
Te secuestro y nos vamos a Paris

He de confesar que gran parte de mi energía literaria y vital la he absorbido de las mujeres, ellas son la fuente de la vida, el placer, la belleza, la ternura, el eros, la inspiración, aquello por lo que soñar, he regalado siempre a las mujeres bombones, flores, pequeñas alhajas, siempre insuficiente si lo comparamos con lo que ellas me dan.

Ayer fui con una de ellas al teatro Marquina invitado por mi amigo el empresario Alejandro Colubi, la obra está bien construida e interpretada sobre todo por Juanjo Puigcorbé, un actor que me encanta y que como siempre está sobrio y soberbio en su papel. Después, a la salida paramos un taxi con la idea de ir al Círculo de Bellas Artes un lugar que le encanta a mi amiga y donde nos solemos reunir, pero de pronto cuando íbamos por detrás del Congreso vi a través de la ventanilla algo inolvidable, la fachada del Restaurante Edelweiss, mandé parar en el acto al chofer que quedó confundido dando un pequeño frenazo, le di unas monedas y mi amiga y yo entramos en el restaurante, hacía mil años que no iba, lo tenía olvidado pero al traspasar las gruesas cortinas y entrar en el comedor principal me dio un vuelco el corazón, la gran sala con las mesas preparadas y vacías con su manteles blancos, los camareros en pie como antaño, paseé sonámbulo por la estancia mientras el metre al advertir mi conmoción iba encendiendo los otros comedores, los retratos en las paredes de Willy Brandt, de Konrad Adenauer, Helmunt Kohl, Kurt Georg Kiessinger, Charles Chaplin, Marlene Dietrich, Romi Schneider… iba señalando a mi amiga, el metre nos seguía, “mira, aquí estaba un retrato de Hitler, yo era muy pequeño cuando lo retiraron y pusieron justo en su lugar un retrato de Franco y después el del Rey Juan Carlos…. aquí estuve con mis padres, con mi hermana, con mi hermano, con Paco Alfonso hijo del socio de papá en su fantástico negocio, con Trude, la judía alemana que vivía en París y a quien su después marido la llevó a Madrid en el justo momento en el que los nazis la iban a buscar a su casa en París para deportarla a los campos de concentración; recordé mi casa de entonces donde venían profesores de inglés y de francés, de matemáticas, una masajista, el profesor de judo… en fin todo desaparecido, por eso paseaba como sonámbulo entre las mesas del comedor principal, por fin rehaciéndome un poco señalé la mesa que quería, una de cuatro junto a la ventana, “señor es para cuatro”, “es lo mismo, le gratificaré”, se dio cuenta de mi seguridad.

Se daba además la rara circunstancia de que mi amiga acompañante era una mujer guapa y atractiva pero a la vez muy inteligente. Nos sentamos frente a frente y miramos la carta inolvidable, más que mirar soñaba, pedimos los consabidos ahumados variados y después chipirones en su tinta aunque la verdad recordé el “escalope Holstein” que pedía mi padre o el “Pollo en Cacerola”, a mi padre como descendiente de vascos le gustaba comer bien y abundante, al final íbamos allí a celebrar las victorias del Real Madrid en las Copas de Europa, nos acompañaba entonces un periodista casado con una chica listísima del diario el “País”, pero lo más curioso es que el era un fanático detractor de ese diario.

Mientras bebíamos jarras de cerveza muy fría la chica comenzó a contarme todos los hombres que la asediaban y daba la casualidad que todos le decían la misma frase: “TE SECUESTRO Y NOS VAMOS A PARIS”. Ella con sorna me miraba y reía, “¿por qué dicen todos lo mismo?”, porque los hombres – contesté - valemos muy poco y la inmensa mayoría absolutamente nada. Son las feromonas – dije- sus sueños eróticos mientras yacen en sus camas matrimoniales junto a sus mujeres dormidas profundamente y que se asemejan a la momia de Tutankámon. ¡Cómo reía, cómo nos reíamos, los dos, mientras las jarras de barro  esmaltadas en blanco de cerveza helada iban cayendo una tras otra ¡. “¿Pero por qué siempre me tienen que secuestrar, y por qué siempre me tienen que llevar a París y no a Valparaíso o a Roma o a la isla de Pascua o a las Bahamas?”. “Mira, susurré, no tiene imaginación, quizá París les pille más cerca o tengan solo ahorros como para llevarte a París”. El caso es que casi todos eran casados y no querían a sus mujeres o estaban insatisfechos. A mi amiga la perdía ser tan inteligente pues era una profesional en toda regla en un trabajo muy difícil y en el que se implicaba quizá demasiado porque ella era así, no era feliz y le faltaba algo quizá desde siempre o por lo menos desde hacía muchos años, creo que eran efectos de su trabajo pero la comprendía muy bien pues yo teniéndolo todo sin embargo notaba con frecuencia que me faltaba algo y no sabía el qué. “TE SECUESTRO Y NOS VAMOS A PARÍS”, repetía y reía de la estupidez de la sórdida monotonía de los sueños eróticos de esos hombres generalmente buenos profesionales pero nada imaginativos y  además frustrados.

Pedí la cuenta, aquellos cuadros, aquellos camareros, aquellos manteles tan blancos y las lámparas alemanas como teníamos nosotros en nuestra inmensa casa de la calle de Alberto Aguilera. Todo perdido, desaparecido como el tiempo, ¡lo que daría por volver a ser joven! murmuré el otro día, “¿y qué harías papá?” me preguntó al oírme mi hija bellísima, “comprarme un Mini, respondí y darme vueltas por el barrio de Salamanca, con las niñas pijas y pintadas, tan sofisticadas como fascinantes.  En realidad, pensé, hacer lo mismo. Por eso esta mañana, saboreando aún el recuerdo del Restaurante Edelweiss he enviado un e-mail a mi amiga de ayer en el que le pongo, “Te secuestro y nos vamos a París”.

(*) German Ubillos Orsolich

Nació en Madrid y es Premio Nacional de Teatro. Premio Guipúzcoa de Teatro, Premio Provincia de Valladolid de Teatro, Premio Julio Camba de Periodismo, Premio “Correo Español – Pueblo Vasco” de Periodismo, Premio Ciudad de Zamora de Periodismo, Finalista Premio Nadal de Novela, Guionista de Televisión Española Espacios Dramáticos.

Es autor de varias novelas entre ellas: “Largo Retorno” (Con filme de Pedro Lazaga y música de Antón García Abril) “Proyecto Amenazante”, “Cambio Climático”. “Cambio Climático – Los Supervivientes”, “Cambio Climático – El Retorno” (Trilogía),(Ed. Entrelíneas Editores), El viajero de sí mismo”, “Malín”, “La Peste Negra – Vida más allá de las estrellas”, “La calle de los Amores” (biografía), “El hielo de la Luna”, “Los desiertos de Marte”, “La calle de los amores “(Memorias).- Ed. Belgeuse, “ Más allá del Purgatorio (Novela), Ed Belgeuse , “La Infancia Mágica “ (Biografía).- Ed. Belgeuse Es autor teatral y algunas de sus obras son: “La Tienda” (Ed. Escélicer)- Premio Nacional de Teatro, “El llanto de Ulises” (Ed. Escélicer)- Premio Guipúzcoa, “El Cometa Azul”, “Gente de Quirófano” (Ed. La Avispa) Premio Provincia de Valladolid, “Los globos de Abril” (Ed. Escélicer)

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