Me ha tocado observar en innumerables ocasiones, en alguna cafetería cualquiera, la presencia de solitarios clientes, muy silenciosos, de entre 70 y 80 años, totalmente autovalentes, degustando un café.
Se percibe en sus actitudes un aire de soledad (quizás que realidades familiares les acompañan).
La sonrisa que se dibuja en sus rostros cuando la vendedora les recibe con el tradicional, pero para ellos muy propio: "¿Cómo está, como amaneció hoy?"... es el mejor comienzo de la jornada.
Tienen lo que muchos ansiamos; todo el tiempo del mundo...
Revisan el periódico o simplemente se quedan echando un vistazo a la TV, o a la sonrisa de quien les atiende.
Y ya terminando el último sorbo, viene el momento de la magia... una propina y un beso... Como si esa buena propina comprara un trozo de felicidad.
Y en ese beso tal vez va todo el gesto de cariño que recibirán a lo largo del nuevo día que se inicia.
Si (
No(
