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Opinión: “En la Cueva del Lobo…”

En Tierras de Vespertino
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En Tierras de Vespertino

Por Ignacio Vasallo (*) – Miembro de FEPET (**)

martes 22 de agosto de 2017, 11:08h
En Tierras de Vespertino

22AGO17 – MADRID.- En este año de la turismofobia y de los apretones por encontrar un espacio al sol o a la sombra hay que buscar lugares a los que la invasión veraniega no ha llegado, bien por la climatología, bien por su escaso interés. En el caso del centro de Asturias el motivo es el primero. La gente se acumula en Cudillero, hermoso pueblo marinero pero en el que moverse en julio y agosto es casi tan difícil como hacerlo en el centro de Barcelona y se olvida del resto del municipio, aunque no de las playas .

Es interesante visitar los pueblos de indianos, Somao y Malleza . El primero edificado en una zona que domina la desembocadura de Nalón, a unos cuatro kilómetros del mar y en que algunos exitosos emigrantes construyeron curiosas casonas a su regreso a comienzos del siglo pasado. Que es un pueblo de pretensiones ya se nota desde la rotonda de entrada dominada por una gran escultura del residente local Miguel Angel Lombardía. Las tres o cuatro casas mejor conservadas están inspiradas en el movimiento inglés “ Arts and crafts “ de Morris y Ruskin. Su colocación en lo más alto del pueblo las hace visibles en la distancia con un cierto aire de irrealidad. Malleza mucho más metida en el interior cuenta con algunas casonas con escudo y se encuentra entre maizales castaños, robles, y, como no, algún eucalipto, como suspendida en el tiempo y queriendo recordar que esa es la Asturias de siempre, aunque sin las vacas. Enseguida te cuentan la historia de que allí se recibía diariamente “El Diario de la Marina “para no perder el ritmo de su querida Habana. En las cercanías el Palacio del Conde de Toreno ha sido transformado en hotel .

En mi opinión lo más sugestivo de la zona es una visita al cercano pueblo de Villavaler que no tiene nada que ver, pero en cambio mucho que experimentar, si localizamos a Vespertino Menendez García y a su mujer Delfina. Vespertino , solo por el nombre merece conocerlo, es un agricultor moderno, de los de tractor, que en la zona son pocos, que cultiva lo que puede, sobre todo patatas y cebollas, pero que ha alcanzado fama local por su sidra , sin duda la mejor que he probado en mi vida. Todo es casero: las manzanas, la máquina que las estruja en un “ llagar” así se escribe allí, de antaño y las viejas y pequeñas barricas. Cada botella es de su padre y su madre y es envuelta en papel de periódico antes de ser metida en una bolsa de plástico junto con otras, para su traslado al hogar del visitante que aprovecha el viaje para hacerse también con un orujo de arándanos.

Es lo que hoy denominamos turismo de experiencias. No hace sol pero uno se lo pasa en grande viendo lo que se ha venido haciéndola sidra desde hace siglos.

En una clara demostración de lo difícil que es ser únicos, Vespertino me aseguro que conoce a otro de idéntico nombre y apellidos en Avilés, y que del mismo nombre pero distintos apellidos él sabe de cuatro o cinco en los pueblos vecinos. Vespertino pone la charla mientras Delfina pone la sidra que nos sirve de aperitivo.

Descendiendo hacia el mar, el paso por la iglesia prerrománica de Santianez de Pravia nos recuerda que el camino de Santiago del norte recorre la zona otorgando méritos a los caminantes que además de mojarse tienen que subir y bajar constantemente por los caminos señalados cercanos al mar. En su mayoría son bravos franceses que han escogido voluntariamente la ruta más dura.

Las playas anchas, profundas y con marea cuentan todavía con espacios libres, a no ser que se trate de un dia radiante de sol. Son abundantes en el municipio y en los limítrofes. La Concha de Artedo, la Playa del Aguilar, San Pedro o la playa del silencio permiten el baño, eso sí fresquito. El recurso turístico de la zona es el cabo Vidio hasta donde llegan autobuses de turistas extranjeros para observar el amplio e impactante panorama de la retorcida costa astur. A menos de dos kilómetros se encuentra el cerrado Puerto de la Portiella, al que hay que acceder por un túnel y desde el que, en secreto, se aprovisionaba a los submarinos alemanes durante la segunda Guerra Mundial. Ni un visitante. Los pueblos cercanos son Muros de Nalon, el clásico lugar de veraneantes y Pravia de perfumados recuerdos.

(*) Ignacio Vasallo - Destacado profesional del sector turístico en España. Ex Director de la Oficina Española de Turismo. Fundador y primer Director General de Turespaña. Ha sido consejero de Turismo en Estocolmo, Nueva York, Milán, Londres y Paris.

(**) FEPET es la Federación Española de Periodista sy Escritores de Turismo y Gastronomía

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